Los desgraciados sucesos de Charlottesville, frutos lógicos de una manifestación que convocaba a hordas de supremacistas blancos armados hasta los dientes, han traído consigo una esperada consecuencia: el progresivo aislamiento, en modo cordón sanitario, de los grupos y páginas que glorifican el discurso del odio, del racismo o de la exclusión, llevado a cabo por una serie de compañías tecnológicas.
Ejemplo de estas acciones son las experimentadas por The Daily Stormer, un asqueroso panfleto neonazi hasta la médula cuya publicación estaría completamente prohibida en numerosos países, que no tuvo mejor ocurrencia que publicar un artículo en el que insultaba a la víctima mortal del atropello de Charlottesville. En las horas siguientes, la publicación vio su dominio rescindido por su registrador, GoDaddy, y tras intentar reconstruirlo en Google Sites, vio cómo era igualmente dado de baja por Google alegando la violación de sus términos de servicio.
Un breve intento de alojarlo en un sitio ruso fue también abortado por la vía rápida al perder la publicación el soporte de CloudFlare, una compañía especializada en la protección contra ataques de denegación de servicio, que dijo suspenderlo no porque fuesen nazis, sino "porque afirmaron en su publicación que estábamos de acuerdo con su ideología". Al tiempo, la publicación ha visto cómo desaparecían todos los enlaces y los "me gusta" a sus artículos en Facebook, y ha anunciado que continuaría con su actividad en la dark web, esperando retornar más adelante.
Pero el panfleto en cuestión no es el único afectado por el bloqueo: sitios de muchísima popularidad como Reddit que tradicionalmente han estado al margen de toda censura han eliminado foros utilizados por los seguidores de este tipo de ideologías; la herramienta de mensajería instantánea Discord ha cerrado servidores y expulsado a usuarios de estos grupos; WordPress ha cerrado una página de un grupo vinculado con el asesino, y herramientas habituales para la financiación, como GoFundMe o Kickstarter, e incluso medios de pago como Apple Pay o PayPal, han eliminado campañas relacionadas e impedido su uso a quienes defienden el discurso del odio.
¿Qué lleva a que un discurso trasnochado, de otros tiempos y que debería estar completamente superado vuelva a la actualidad, mate a ciudadanos y haga precisas medidas de exclusión? Es fácil: poner a un presidente que, además de ser un perfecto imbécil, practica una falsa equidistancia y una dialéctica que lo sitúa del lado de esas ideologías.
Está claro: para generar enfrentamiento y crispación en torno a un problema de otros tiempos no hay como poner al frente de un gobierno a un imbécil de otros tiempos.