Cuentan que Junqueras ha enviado desde la cárcel una tarjeta de Navidad al presidente del Gobierno, tarjeta que su compañero Tardà ha leído con parsimonia ante el pleno del Congreso. La línea que separa lo sublime de lo ridículo es tan estrecha que en ocasiones deja en evidencia a quien pretendía inmortalizarse en mármol.
Por ejemplo, Chaves Nogales retrata bien a tipos ridículos de Falange ufanándose, en medio de la tragedia, de desfilar mejor que los soldados profesionales. Algo así sucede con el nacionalismo, empeñado en dar pompa y gravedad a todo lo que hace. Y peca ya de intenso.
Como tengo por persona inteligente a Junqueras, dudo que el bodrio declamado por Tardà en el gran teatro del Parlamento haya salido de su puño y letra. O quizás los cuarenta días en prisión lo hayan descompuesto. O tal vez ha sido mal aconsejado.
"Nos apalearon el 1 de octubre, encarcelaron a los líderes de las entidades que organizaron las manifestaciones más multitudinarias y pacíficas de la Historia contemporánea europea, secuestraron nuestra autonomía", se dice en el engendro. La frasecita da para varias columnas, pero me detendré solo en un punto. ¿A qué se refiere el autor cuando dice "nos"?
Si hemos de creer a los promotores del referéndum ilegal, participaron en él 2.300.000 personas. Si hemos de creer a los promotores del referéndum ilegal, hubo un millar de atendidos en los servicios sanitarios. Eso significa que, en el mejor de los casos para la propaganda supremacista, fueron agredidos el 0,04% de los ciudadanos. ¿Sustenta el cálculo infinitesimal el empleo del "nos"?
"Las porras, la cárcel y la represión", continúa el papelucho más adelante, "no es la mejor manera de tratar a un pueblo". Más allá de la falta de concordancia entre sujeto y predicado, ¿"UN pueblo", dice? La estafa de coger la parte por el todo. ¿No era pueblo de Cataluña el que se manifestó de forma multitudinaria el 8-O en defensa de la Constitución y la unidad de España?
La postal navideña se detiene además en el "expolio" del Museo de Lérida, cometido "con nocturnidad y alevosía". Falso lo uno y falso lo otro: ni ha habido tal expolio ni la incautación de las obras escamoteadas a Huesca años ha se produjo entre tinieblas, como puede comprobar cualquiera que tenga Google y ojos para ver las imágenes.
Tampoco tiene suerte el prosista al invocar "los actos ejercidos impunemente por la extrema derecha", en su intento por denunciar la supuesta pasividad del Estado, pues lo hace justamente el día en que no se habla de otra cosa en España que del asesinato de un hombre en Zaragoza por vestir tirantes con la bandera española.
Y digo que no puedo creer que sea Junqueras el autor de tal epístola por cuanto en ella se critica al Gobierno por poner en riesgo el "progreso económico y social" de Cataluña, y fue precisamente el vicepresidente de la Generalitat y responsable de Economía el primero que restó importancia a la fuga de bancos y empresas catalanas: "Se van a los Países Catalanes y no a Madrid", creo que fueron sus palabras.
En fin, antes de desearle a Rajoy una feliz Navidad "en compañía de los suyos", el perpetrador del christmas se asombra de que sigan en libertad los responsables de lo que denomina "industria de la corrupción", que endosa al PP. Pero más sorprendido estoy yo de ver cómo el caso Palau, por la financiación ilegal de Convergència, lleva quince años en boca de todos, ocho de ellos judicializado, y es probable que algunos de sus protagonistas mueran de viejos antes de pisar la trena.