Desde que el piropo es tentativa de delito y desde que un gamusino es un "ser sintiente" y sufridor para la jurisprudencia, Rajoy se ha instalado ya en el reflujo espiritual de España como un antiácido del ácido que es él mismo, y así que vengan otros 13 años y pico estaférmicos.
Piropear equivale a pena de escarnio en Andalucía en esta modita de censurar y pensar en gaseosa. Quieren a España eunuca; que triunfe esa ontología del payasismo con Puigdemont en llamada al Parlament, en plasma, en Copenhague, en delegación espiritista: en payaso amortizado del Estafermo y una Euroorden insulsa. @KRLS va ya quemado por esos piropos que le decían "libertador' con la boca pequeña los que en verdad lo quieren en Amberes sin cobertura. Y así lo detengan, o sea un Lute iluminado en las nieblas de Flandes...
El piropo como falta, como aberración, como inveterada manía que surge como setas en el español. El español no embiste ya, que diría Machado; el íbero piropea y hay que volverlo eunuco, tuitero, y cosa mediopensante en definitiva. Sólo así los ismos cuperos asumidos en Madrid coincidirán con el principio apócrifo del rajoynismo (incluso con las mareas). El fin de la Historia.
Nadie se cree la amenaza tierna de Soraya a Roger Torrent; ese reproche vago cargado de futuro, de buen rollo ("al menos, no empeora las cosas"). La vicepresidenta ventea en susurros que hay un nuevo tiempo entre Moncloa y Barcelona y que sólo estropeó que Puigdemont, bipolar, volviese a sacar por contraste las banderas constitucionales en Barcelona. Yo podría fiarme larga la cosa y augurar que España sobrevivirá a Rajoy; pero quizá esto me dé dos apalusos de los míos en esa España medioqué que ampara a Rajoy; en sosa y lenta implosión.
Los piropos son causa de proceso, y el pasteleo sempiterno con el indepentismo reverdece. La operación contra Arrimadas lleva tiempo en marcha. Ahora, la consigna/Moncloa es abrir guerras intestinas hasta en Tabarnia y malmeter entre Ciutadans y Ciudadanos (me lo corroboran en el jardín interior y medio tropical del Meliá Castilla). Veo a una España sin piropos en la que los eunucos van a facturarse como prohombres de Estado, de pluriestados tan lejos de Dios. A España ya no le queda ni un piropo.
Pero piropos no, que igual nos creemos guapos, y hasta que España pudiera ser y estar frente a los que nos quieren eunucos y con Rajoy hacia la eternidad: hacia el gris y la catástrofe sostenida.
España, sin que la silbe un andamio...