La última aportación de Rajoy al Diario de Sesiones fue llamar "aprovechategui" a Rivera en un momento en el que el líder del PP estaba crecido y no presentía su inminente batacazo. El chascarrillo hizo fortuna, pero el diagnóstico se demostró erróneo: quienes sacaron tajada fueron el PNV y, claro, Pedro Sánchez.
Como el ser humano es un animal de anécdotas es posible que el "aprovechategui" sobreviva a toda la polvareda de estos tiempos movedizos en los que un día dimite una presidenta por unas cremas y un máster; al otro, entra en la cárcel un familiar del Rey, pero también prospera la primera moción de censura de la Democracia, se marcha un ministro a los seis días de su nombramiento y cesan al seleccionador nacional de fútbol cuarenta y ocho horas antes de comenzar un Mundial.
A Lopetegui, que acababa de ampliar su contrato dos años, técnico de una de las selecciones favoritas para ganar el campeonato, la llamada del Real Madrid le lleva a saltar del barco, dejando claro que el equipo nacional no era precisamente lo primero en su orden de prioridades.
Es normal que cunda la decepción y que muchos se consideren estafados. Algunos de los que critican hoy a la Federación por despedirle son los primeros que proclaman la importancia de sentir el orgullo de representar a tu país y exigen compromiso a los jugadores con el escudo. ¿No debería valer eso en primer lugar para el seleccionador?
Y el mismo día que cae Lopetegui cae su ministro, Màxim Huerta, con sólo una escapada a París en su haber para acompañar a Rafa Nadal y sin ocasión siquiera de estrenar el escaño.
Las explicaciones que Huerta dio por la mañana, públicas -en Onda Cero y en la Ser- y privadas -a Pedro Sánchez-, y que le valían para ser ratificado en el cargo, resistieron lo que tardó en viralizarse un vídeo en el que el líder del PSOE se comprometía a apartar de su equipo a todo aquel que creara una sociedad para pagar menos impuestos.
Como en Video Killed the Radio Star, la canción ochentera de los Buggles, Màxim -estrella en su caso de la televisión- sucumbe también al vídeo. "Tú fuiste el primero, tú fuiste el último", "las imágenes llegaron y rompieron tu corazón, échale la culpa al vídeo", dicen unas estrofas que le encajan como un guante. Ha sido el primero en salir y fue el último en llegar.
Decía Luis Aragonés que hay códigos que no se pueden romper. Luis Rubiales, mejor que Sánchez, nos señala el camino.