Los efectos secundarios más comunes en los antidepresivos son sobradamente conocidos y, aunque variados, se pueden resumir en tres: somnolencia/desidia, aumento de peso y disfunción sexual. Sea porque las depresiones colectivas no son como las individuales, sea porque el antidepresivo Vinicius tiene unas características muy peculiares, no parece que su uso comporte el riesgo de estos efectos adversos, o no se estima en todo caso que su eventual presencia alcance a constituir un riesgo en el tratamiento.
En cuanto a la modorra y/o indolencia tan característica en el uso de estos fármacos, bástenos con remitirnos a la modorra e indolencia que ya de por sí sufre el equipo. Es posible que la consecuencia colateral de la ingestión del fármaco supere la modorra e indolencia del propio enfermo? Hay consenso en la respuesta negativa de los expertos. Es el Madrid más psicosomáticamente derrumbado que se ha visto en lustros, o al menos el de encefalograma más plano en relación a la calidad de sus jugadores. Dicen que la cosa es física y no negamos que el asunto tenga repercusiones en ese campo, pero cómo demonios se entienden veinte minutos excelentes en medio del desastre del Nou Camp o cinco muy brillantes al término del sinsentido ante el Valladolid si la plantilla está físicamente rota? Más bien parece un asunto anímico que debe ser tratado con las dosis justas de Vinicius, con la particularidad de que entre el atinar con las dosis justas y el no hacerlo, en combinación con otros síntomas, podría mediar un finiquito de seis meses.
Respecto al aumento de peso, se antoja éste un efecto secundario casi deseable. Se trata de que no solo Vinicius sino todos los jugadores ganen peso (específico). Pocas veces se ha visto un Madrid tan huérfano de liderazgo, o tan lleno por momentos de un liderazgo peor entendido. La medicación debe combinarse con la terapia conductiva y estos jugadores deben hablar en el campo. Vinicius es sólo, en el mejor de los casos, un inhibidor de la serotonina, pero no se sortean los traumas sin diván. Hay que mirarse a los ojos y hablar bajo el influjo positivo de uno o varios líderes de verdad.
El tercer efecto adverso tradicional, la disminución de la libido, no parece tampoco ser un problema con Vinicius. Dando por bueno el tópico según el cual el orgasmo del fútbol es el gol, convendremos que los caminos que conduzcan al mismo son poco relevantes si aseguramos una frecuencia satisfactoria. Un afortunadísimo rebote computa igual que la más sofisticada noche de fresas y pétalos, de modo que no hay nada que temer en ese frente, o si lo hay no será como consecuencia de la administración de Vinicius.
La mayor incógnita de este innovador fármaco, aún en fase de prueba, no reside tanto en la crudeza de sus efectos indeseados como en las propias dudas respecto a su eficacia. La muestra de pacientes que lo han probado es aún muy reducida. En cuestiones primordialmente psicológicas, son muchos los especialistas que ponderan la importancia de la fe en el tratamiento por encima incluso del tratamiento en sí. Sin esperanza en la curación no habrá cura del enfermo, y sin confianza en el medicamento no servirá de nada el mismo. La posología adecuada es por tanto la de cuanto más mejor, aunque sólo sea para dilucidar pronto si la fe en el medicamento es o no fundada.
Por lo demás, no se han registrado incompatibilidades con otros medicamentos a pesar de la insistencia en su presunta incompatibilidad con la administración conjunta de Bale.
A los pacientes con intolerancia a la novedad se les recomienda un curso avanzado de raulismo antes del tratamiento con Vinicius.
En caso de sobredosis o excesivo entusiasmo avise a su médico o, en su defecto, a Alfredo Relaño.