Dentro del ramillete de virtudes de Ábalos -'Carbonerito JR'- no está el mitineo. Ábalos está bien con ese tono de voz didáctico, de maestro de escuela, cuando dice cosas de su negociado de trenes, taxis y por ahí seguido. Pero ver a Ábalos hablando de los toros y de la caza como un arma arrojadiza produce un dolor infinito.
Le pusieron a que defendiera la pluriEspaña, y este domingo quedó como Cagancho en Almagro. Y da dolor que uno de los ministros más potables se vea obligado a decirnos que el no comulga con la España casposa de los toros y de la caza. Como hizo el domingo en Alcorcón.
Porque la España casposa soy yo mismo, Ábalos. La España de las dehesas y de las monterías, que Sánchez desprecia por cuanto ignora, es la España más nuestra que ya se ha puesto en pie. Es la España del carajillo y la mañana, la España que sufre una úlcera metafísica desde que Zapatero nos dijo aquello de la España discutida y discutible.
Porque España es la que es, y eso de la España plural es un error conceptual que suele defender el que pasea poco por la paramera y el pinar. España es anís del mono a la mañana, un jubilado que juga al mus, San Isidro con el toro humeando en junio y un paté de perdiz.
Al ser de España, y Ábalos lo sabe, podría fascinarle el federalismo y tenerle alergia al trapo. Pero al ser de España no le renta tener que aguantar un sistema autonómico injusto, y cuando sale Sánchez por el televisor en cualquier 'Casa Manolo' lo reciben con silbidos que no son precisamente de amor. Por eso, el ser de España ha vuelto a colocar la bandera en sus balcones, se le saltan las lágrimas con Manolo Escobar y contra esa espontaneidad de un patriotismo sano hay poco que hacer.
Porque Ábalos ha de saber que ni Talavante ni los cazadores son de favorecer tumultos como hace Torra. Hasta donde yo sé, los que vamos a los toros -Madueño, Chapu Apaolaza, Calamaro, yo mismo- no somos de dar golpes de Estado, ni de trampear huelgas de hambre, ni de apretar a un CDR.
Es España y es la que es, Ábalos. Hay hombres, hay torerillos, hay cazadores, hay una derecha constitucionalista y cosas fascinantes que enervarían a Carmen Calvo. Porque la España real es mejor que la cooficial y no, no muerde.