La historia más vergonzosa de los últimos días se desató cuando el Diario Vasco tuvo la feliz ocurrencia de reunir a cuatro personajes para que explicasen cómo pasan las Navidades. Y ahí estaban Martínez, Ortuzar, Mendia y Otegi ataviados con delantales, cocinando pil pil y contándose cuentos navideños. Miras la foto del Diario Vasco, ves a Otegi descojonándose, y se te hiela la sangre cuando te das cuenta de que una de las que brinda con él comparte siglas con Isaías Carrasco, Joseba Pagaza o Fernando Múgica, todos asesinados por los correligionarios del mismo individuo con quien comparte mesa y mantel, relajada y sonriente, canturreando quizá aquello de “noche de paz, noche de amor”.
Me pregunto si mientras hablaban de sus costumbres personales para estas fechas tan entrañables a alguno de los asistentes a la cita se le ocurrió preguntarse cómo pasan las Navidades los padres de Miguel Ángel Blanco. O los del pequeño Fabio Moreno, que tenía dos años cuando lo mató un coche bomba colocado por los amigos de Otegi. O los tres hijos de Ascensión y Alberto Jiménez Becerril, que quedaron huérfanos de padre y madre cuando otro coleguita de Otegi los frió a tiros en el portal de su casa.
Hay que tener el cuajo de Idoia Mendia para cambiar chascarrillos con el mismo tiparraco que le arrebató la Navidad a unos cuantos compañeros tuyos. Como todavía queda gente decente, José María Múgica, hijo de Fernando, se ha apresurado a hacer trizas el carnet del PSOE. Otros miembros de su partido han dejado claro que la foto de marras les provoca urticaria. Pero Pedro Sánchez declaró que no ve en la reunión “ningún elemento para la polémica”.
Entre quedar bien con Otegi o con Múgica, Pedro Sánchez ha elegido a Otegi, alcanzando así el grado cero de la indignidad política. Algún día, cuando pase el tiempo, alguien recordará a Sánchez como el ángel exterminador del partido que presumía de cien años de honradez y se está quedando en una caricatura de vergüenza y oprobio.
Me da grima Idoia y su brindis con Otegi, pero más me da su jefe de filas diciendo entre susurros que no pasa nada, porque sabe que su supervivencia política dependerá en un futuro próximo más de gente como Otegi que de gente como Múgica. Qué terrible es todo. Qué pena. Quo vadis, PSOE.