Dios se hizo carne, o verbo. Dios existía antes de Tezanos y de Bertín, según los textos canónicos y los apócrifos y hasta el BOE de la era de Pedro Sánchez. Dios se hizo carne y vino al mundo para que lo crucificaran y para que dos milenios y pico después la Paloma bíblica se volviera Falcon y una ralea que no hizo la mili se paseara - o no- por delante de los tronos y las dolorosas.
El capillita tiene ahora las tragaderas de Pilatos, se lava las manos y no quiere que los políticos hagan campaña a la sombra de una virgen. Se han vuelto dignos los cofrades de Castilla y Andalucía (Andalucía es Castilla con azahar) acerca de la politización de los días santos. En Málaga ha habido follón por la anunciada presencia, el mismo día, de los hombres de Colón a los pies del Cristo de la Buena Muerte: como si la política fuera una profesión de apestados y una cofradía de Pasión, una logia de iluminados. Al final no comparecerán ni Casado ni Abascal, y Margarita que lo celebra.
A los candidatos se les puede montar un escrache en un callejón de Vascongadas, pero ahora los políticos no pueden dejarse ver con un Nazareno: todo muy coherente.
Que la cofradía de Mena no quiera a la derecha tridentina y "trifálica" (Lola cloacas dixit) delante de su Cristo es un ejercicio de cinismo y tercerismo que ni Colau. Dice José A. Trujillo en Sur que el hermano mayor de Mena se ha vuelto un Bertín por contraste y tiene razón.
Ni Dios tiene carnet del PSOE, ni la fe es patrimonio de nadie en tanto que la Legión -la mejor infantería del mundo, me cuenta Farid con las heridas de Faluya- es la mejor del mundo.
A la luz de la Biblia y de El director y de El País, sólo Jesús el Nazareno, David Jiménez y Pedro Sánchez caminan sobre las aguas: sobre el bien y sobre el mal. El resto somos pecadores, truenos vestidos de nazarenos e "iluminados" por el Barroco. Pues vale.
De lo que no hay duda es de que Susana Díaz es una dolorosa de Triana y de Botero. Cayetana Álvarez de Toledo un cristo del Greco -como acertó a definir Rafa Latorre, o yo creí entender que lo decía-. Abascal, un crucificado tremendista; y Rivera y Casado, tan dulces, son como una talla de Mariano Benlliure: serena y lampiña.
A la Legión y al Jueves Santo quieren ir los políticos y las cofradías se sienten utilizadas. En mi memoria de niño cofrade queda Álvarez del Manzano pegado a su bastón de mando, a su fotógrafo consistorial y delante de la Virgen de la Paloma en Málaga. O ese novato que en un cambio de guardia legionario gritó "viva Franco" en Almería y se llevó una bofetada de jerarquías que aún resuena en las cantinas de Viator y en las de Ronda.
Política y santos por ciento.