Que tome nota quien sea. El vacío de Sánchez del lunes se escuchó en Dolby Surround y en estéreo en los perritos de porcelana del domicilio de Marlaska, en el armario de Carmen Calvo, en las escuelas de liderazgo de doña Bego y en la cancha vacía del Estudiantes.
Pablo desmontó a Pedro y era fácil, acaso porque un retórico debatiendo frente a un maniquí con canas tiene estas cosas: que pase lo que sea, pero esa herida en el orgullo de Sánchez no la cura Iván Redondo ni colgando mil carteles de Castejón en traje ceñido en la fachada de Galerías Preciados.
Se vio que Sánchez no tenía una "banda" como le vinieron a decir, sino a la ministra Lola Delgado -Lola de España y de las cañerías- aplaudiendo como una posesa, con los ojos desorbitados y mucho temblor en las piernas y en el escaño: como cuando Jesulín, el primer feminista, organizaba corridas para las mujeres en las plazas de aquello que llamamos España. Y el respetable le lanzaba bragas y jazmines en el tercio de currupipis.
Los días de investidura siguen y yo tengo una gastroenteritis de estas que me van dejando verde, exangüe, deshidratado y sin bilis. Una gastroenteritis intermitente, con el baño con wifi y el arradio puesto para recordar que cuando lo del Congreso yo estaba en el trono atento al hemiciclo: como Juan Carlos.
Hasta la tarde esta columna tiene validez, y yo puedo hablar de futuribles, de qué le pusieron a Chivite en el desayuno o de Abascal, demasiado joseantoniano y pulcro para un Parlamento de adrianaslastras a diestra y a siniestra. Mi estómago descompuesto y el debate de investidura aplazado son consecuencias del calor, y demos gracias a que, contrariamente a Portugal, en España tenemos a los pirómanos en un hemiciclo haciendo como que hacen.
Rufián citó a Unamuno sin saber que la frase del vasco es apócrifa y que el escritor murió al grito de "España se salvará" dando un golpetazo y muriendo en ese momento. Es lo que tiene a Rufián citando mal y rápido, que quiere ahora retratarse como un hombre de Estado que empezó aporreando impresoras y acabará escribiendo sus memorias en el Palace, como Durán Lleida.
La tensión es insoportable en este julio sin Mundial y a la espera de que lleguen los Alpes y las pájaras. El arribafirmante, con la gastroenteritis, va dictando la columna como hacía Max Estrella. Que haya o no Gobierno se sabrá, en un rato, como se sabe el Gordo tardío en diciembre y los chapuceros descorchan el cava de saldo. De tapar boquetes, de eso va todo.
Cuando haya acuerdo o haya lo que sea, me encontraréis desnudo, en el wáter, como los hijos de la mar y con el suero oral cada tres horas.