El verano fue el mejor invento, el mejor invento del capitalismo más amargo. Tú lo sabes, yo lo sé, y por eso hacemos esa contramarcha moral en la que no queremos ser lo que somos. Agosto se va a llevar lo que pudiste ser, mientras que te abrigas de algo con esa manta zamorana con grumos barrocos e históricos.
Me he quitado las gafas de sol viendo un autobús que renqueaba en Moncloa/Princesa y que se llevará a niños a la Sierra a un campamento a la solana. Y he llorado. Y he llorado porque yo fui aquel niño de Illescas al que vistieron de mujer y que toreó lo que pudo en un campamento gamberro. Y más allá recuerdo que me colgué de un pino y me fui haciendo un delincuente lírico en la solanera de Toledo. Nadie me dijo qué y nadie me dijo cómo, y la vida iba llegando sosa o subvencionada, como todas.
De eso, de la libertad de ser niños, hablaba con Rebe Argudo y Camilo de Ory en un bar por el lejano Oeste de Madrid el sábado. Íbamos cenando tapas de ciervo, Jimmy se ponía estupendo y fuimos felices comiendo un cornudo adobado. Hablamos de Alfonso XIII y de lo que pudimos ser y no fuimos. Camilo y Rebeca se reían, y toda la España canallita iba con ellos. O con nosotros.
Hablamos del soplagaitas/chulazo del Open Arms y de esa tradición de irse a altamar, al limbo y así, que los pijos catalufos están ahora para darnos lecciones de moral a los mediopensionistas. El Open Arms es el barco feliz de la progresía, y así lo escribió Madueño en esa prosa diamamantina que me lleva en este periódico.
Agosto es canalla porque nos mete en bucle de reciclajes en los que no creemos y nos mete, también, en cosas peores. Agosto es la censura de Verano azul en la Inquisición de las Redes. Agosto es las vacaciones obreras y duele por ahí que el obrero sea de Vox y te retrate con las condiciones "objetivas".
En agosto, Ángel Garó nos habla de Dios y de Lorca en el patio de la casa de Nacho Alcalá. Nacho es creador, escritor de mi España canallita y fotógrafo con doble sentido. Con él hablo de las virtudes y de los fallos de la testosterona. Y sé que somos Física, Química y misterio. En agosto se nos ha ido Fernando Torres, y quiero llorar en seco.
No, no aguanto agosto porque es el mes de niñas sin besos, de las serpientes de verano. Porque agosto también es el mes que mató a Paco Umbral y a Paquirri y yo, por eso, le tengo cierto respeto.
He vuelto a Tínder en agosto en mi recio propósito del enamoramiento, y la cosa -mi Tínder- parece Sarajevo. La vida se nos va en domeñar las pulsiones, y en agosto, a la solana, vemos con perspectiva que no habrá veranos como aquel que fuimos amante y latino entre las motos.
Sé casa el amor de mi vida y puede que hasta Sánchez acabe en la boda: el dolor en agosto es sordo. Duelen las bodas de las niñas que amé y hasta las de las que no amé. Y así, entre bodas rubias, se me van erosionando las pocas ganas de seguir.