Inicio hoy esta columna semanal con la idea de separar lo grueso de lo fino, observar y comentar lo sutil, que no se advierte, oculto por el trazo grueso. El cedazo, según el Diccionario de la RAE, es un “instrumento compuesto de un aro y de una tela que cierra la parte inferior. Sirve para separar las partes sutiles de las gruesas de algunas cosas” como los trampantojos políticos, culturales, históricos, el timo de género, etc.
Siguiendo la pista de lo que filtra el cedazo, en Venezuela y Colombia se ha iniciado una batalla de propaganda orientada a justificar tanto una intervención multinacional de Colombia y sus aliados frente a Maduro como a la justificación de la dictadura venezolana para detener a Guaidó. Maduro, y los medios de comunicación afines (en España TVE y El País), publican una fotografía de Guaidó con un líder paramilitar anti narco-terrorista colombiano. Foto que sirve al fiscal de Maduro para la acusación de alta traición de Guaidó a la Patria.
Si esto sigue así, lo que es un conflicto político civil interno amenaza con convertirse en una guerra abierta entre Colombia y Venezuela. Para los demócratas venezolanos, la esperanza de una intervención militar extranjera en Venezuela parece el único camino capaz de derrocar a Maduro y a su camarilla.
En estos días la prensa de los EEUU advierte del creciente peligro de una guerra entre el ejército colombiano y la guerrilla comunista de Colombia, aliada con el ejército de Maduro. Parte de la guerrilla colombiana ha decidido retomar las armas, la extorsión, los secuestros, los asesinatos y el narcotráfico.
Hace apenas una semana, Maduro anunció que se proponía desplegar 150.000 soldados en la frontera con Colombia en un claro gesto de apoyo a la narcoguerrilla. Maduro, como tantos otros dictadores, cree que un enfrentamiento militar victorioso contra Colombia puede consolidar su régimen apelando al nacionalismo bolivariano.
La prensa norteamericana ha filtrado documentos de inteligencia venezolanos en los que se recoge el apoyo de Maduro a la guerrilla: asistencia médica, entrenamiento, armas e incluso aprendizaje del manejo de misiles antiaéreos rusos de alta tecnología. La alarma, para inclinar a la opinión a favor de una intervención armada en Venezuela, no es ahora el apoyo a Guaidó; ahora se trata del peligro de una zona de inestabilidad en la frontera de Venezuela con Colombia y se compara a la narcoguerrilla colombiana con el grupo terrorista libanés Hezbolá, apoyado por Irán.
Al mismo tiempo, Colombia, los Estados Unidos y otros nueve países latinoamericanos han invocado el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca que compromete a los países americanos a responder a una agresión militar contra cualquiera de ellos. Es una paradoja que esa guerrilla, aliada y protegida por Maduro, sirva de excusa perfecta para una intervención militar en la frontera de Venezuela que acabe con la dictadura.
Miren por dónde, la democracia puede llegar a Venezuela de la mano de la torpeza de la guerrilla narco-comunista y de la falsa fortaleza de ejército del dictador Maduro. Atentos.