“Vivir es algo jodidamente complicado”, asegura Brad Pitt. Y si es así para él, ¿qué será para los demás? Un infierno, obviamente.
No, vivir no es fácil. Ya lo dice el actor estadounidense, que es consciente sin embargo de que, con su trabajo y su éxito, “ha ganado la lotería”. Él, a quien la revista People consideró el hombre más sexy del planeta dos veces, lo tiene más sencillo que otros. Aunque solo sea por ese aspecto monumental que le han otorgado la genética y, en parte, su propio esfuerzo.
Pitt no nació “bien parado”, como lo habría considerado Silvio Rodríguez si hubiera sido al revés; pero su familia no disponía de recursos, así que sí que tuvo, para conseguir notoriedad y dinero, que “invertir salud”, como el cubano explica en Canción de Navidad que sucede a quienes provienen de familias sin recursos.
Pero tampoco debió ser demasiada la cantidad de salud invertida, porque de otro modo el ex de Angelina Jolie no tendría el aspecto que se permite derrochar a sus 55 años. Quizá, aparte de lo que Dios le ha regalado, el actor siguió la máxima de otra artista tan caribeña como Rodríguez: “sé coherente contigo mismo”; eso es lo que defiende la disidente Tania Bruguera, tal vez la artivista –así se define, por su pelea contra los excesos totalitaristas del régimen cubano–, de mayor peso entre los intelectuales de la América hispanohablante.
Y es que la coherencia es una de esas cosas que hace que la vida, ya jodidamente complicada, como reconoce Pitt, lo sea un poco menos. Uno de los hombres que vive ese concepto como un mantra absoluto es el pensador Ramiro Calle, cuya biografía espiritual, Viaje a los adentros, se ofrece ahora en plataformas de forma gratuita. Elaborado por José Pazó y Juan Betancor, el documental muestra el camino que lleva recorriendo, en su afán por entender la existencia, este yogui urbanita –así se llama a sí mismo– durante más de medio siglo.
Calle comenzó a practicar yoga a los 15 años, y es el primer responsable de que esta disciplina llegara a España. Desde entonces, el orientalista no ha parado de aprender, ni tampoco de enseñar; no solo en lo referente a esta materia, sino también en todo aquello que rodea al bienestar espiritual. Este maestro ya de varias generaciones observa las complejidades e insensateces que en ocasiones arrastra la vida, pero lucha contra ellas armado con un elevado grado de discernimiento y una curiosidad por la existencia encomiable.
Quizá a Pitt le vendría bien leer La ciencia de la felicidad (Kailas, 2013), uno de los libros de mayor éxito del pensador, que rebosa coherencia y ofrece rutas habilitadas para aproximarse a eso que todo el mundo busca y que nunca, o casi nunca, encuentra: la felicidad permanente.
Porque dicen quienes saben, como Calle, que el viaje es hacia dentro; hacia el interior. Lo demás es irrelevante. Hasta el aspecto de Brad lo es. Se trata de un camino personal, y exige una labor exigente; hasta el punto de que solo se alcanza la cima si se sufre lo suficiente. Como ocurre con las montañas: solo si sabes sufrir y estás dispuesto a ello hollarás su rincón más elevado.
Pitt pasó de meterse en el disfraz de El Pollo Loco para pagarse sus clases de interpretación a pilotar sus propios aviones, así que de caminos hacia el éxito, y de alturas, debe de saber bastante. Pero no sabe menos Ramiro Calle, que en el largo y a veces tortuoso viaje hacia su interior ha logrado transmitir a miles de admiradores la fórmula para alcanzar la felicidad. No, no está ahí fuera. Está dentro.