Boti García, Bea Gimeno, pin, Vox... Todos sabemos de esa alegría de vivir en el apócope, que diría el poeta refiriéndose a los pronombres. La cosa es que hay que escribir de las actividades extraescolares y uno, que es monitor de complementarias en Madrid y Castilla y León, tiene que entrar a la polémica. Del pin parental está todo dicho, pero como han elevado esta chuminada conceptual a "batalla ideológica", conviene entrar al trapo y seguir la senda.
En realidad, que Boti o Bea Gimeno (referentes en el ministerio de Igualdad) o Vox propongan una conferencia con mucho rumor de testosterona y sorna nos da un poco igual, aunque en toda clase hay niños impresionables que se te mueren de neumonía el día de la excursión a Somosierra. Por eso hay que tener cuidado con estos infantojuveniles que trata el doctor Martínez en su consultorio del páramo. Que en los colegios se hace proselitismo está claro, lo que pasa que todo queda encerrado en el amplio y dulcísimo estante de la Pedagogía.
Entre aguantar a una monja pinochetista -la tuve- y una activista venerable en éxtasis contra los falos no hay tanta diferencia: de una a otra va pendulando esta España que tanto avanza en los derechos minoritarios y en el saqueo consentido al autónomo.
En los colegios se llega a viejo y se habla mal, que diría Moratín, pero, en las complementarias, los pobres niños asumen un circo de psicomagos, escupefuegos, escritores de la cuerda que van allí a vender sus burras respectivas y en horas escolares. Aunque yo sí que hubiera pagado porque La Veneno, en su tiempo, nos diera un taller a la hora de Religión -nobleza obliga-.
En realidad, es en la salida de los colegios donde el educando aprende lo que es la vida: el primer cigarro, los tocamientos puros, la falda que se sube y los James Dean con viruelas y moto de la primera edad. Dentro de las aulas, debiera estar permitido el móvil, la distracción enciclopédica ante tanto tedio machadiano que es la educación de hoy.
No sé, pero es más prioritario que un niño sepa lo básico de la reanimación cardiopulmonar antes que de vaginismos excluyentes. Que se extasíe antes delante del Ciprés de Silos que ante las batallitas dialécticas de Casandra encontrándose a sí en el cosmos.
Es verdad que el niño tiene que ver la diversidad del mundo, pero después de dejar la leche materna hay disciplinas más apremiantes, como la capacidad matemática, espacial, el lenguaje y desarrollo de todas las aptitudes cognitivas.
Boti y Bea y Calvo, contra Vox y el lenguaje cipotudo, aseguran un listado de docentas contrarias a la RAE para mayor escarnio de Paulo Freire y de aquellos pensadores de la Educación para la Liberación.
Si tengo gemelos, uno -Isidro- irá a estudiar a Murcia y la otra -Paloma- a una ikastola valenciana. Pondremos en común lo aprendido en las extraescolares y veremos que sólo en Netflix está la verdadera sabiduría.
Me anuncia Camilo de Ory que con Boti, Bea, pin y Vox lo pasaremos bien en las largas tardes de invierno.
Ya los niños quieren ser princesas. España avanza...