Todo estaba pensado como trampa una vez más. La elección de un año tan lejano para el plan ‘España 2050’, aunque resultase exótico, tenía la función de recalcar ese largoplacismo que siempre se echa de menos en la política española.
Los defensores programáticos del Gobierno sólo tenían que desenfundar ante las críticas: “¡Para una vez que se piensa en el largo plazo!”. El problema (he ahí la trampa) es que se trata de una operación estrictamente cortoplacista. Una operación cortoplacista que se sirve del largoplacismo.
Al estratega de Pedro Sánchez, Iván Redondo, le gusta jugar en el límite. Es un prestidigitador descarado cuyo ideal es la carta robada de Edgar Allan Poe: que todos busquen, sin encontrarlo, lo que él mismo les ha puesto delante. En este caso se trataba de encubrir el cortoplacismo con lo que más aparentemente se le opone: el largoplacismo. Es también como el cuadro de René Magritte Esto no es una pipa. Redondo le ha puesto al plan la leyenda Esto no es cortoplacista. Cuando obviamente lo es.
Redondo y Sánchez son máquinas de fabricar cortoplacismo. Y si le echan largoplacismo a la máquina es para convertirlo en cortoplacismo también.
La política de Sánchez se ha caracterizado por la cortedad de miras. Desde su “no es no” fundacional hasta su actual Gobierno junto a Podemos apoyado por los independentistas y los proetarras, pasando por su moción de censura con los mismos.
Su gestión de la pandemia ha sido su perfecta plasmación. Terrorífica ineficacia combinada con un aparato propagandístico nivel nodo, del que este plan ‘España 2050’ es su último y más aparatoso ejemplo.
El único objetivo de Redondo es mantener a Sánchez en el poder, que es para lo que fue contratado. Y el Sánchez desahuciado electoralmente que encontró es en lo esencial el mismo de ahora. Un Sánchez incapaz de gobernar solo, porque los votos no le dan, y necesita el apoyo de los comunistas, los independentistas y los proetarras. Es decir, de todos aquellos cuyo propósito es que la España de 2050 no exista o sea aún más negra que la de 2021.
De manera que lo primero que tendría que hacer Sánchez por la España de 2050 es combatir a sus socios de Gobierno. Empezando por Sánchez, que es su principal socio de Gobierno.
Mi prospectiva quizá sea un poco ceporra (mi instrumental es la mirada a ojo), pero auguro que estaremos tanto mejor en 2050 cuanto antes Sánchez deje de estar en el poder.