Los franceses siempre me han llamado la atención. Y no por buenos ni por malos. Por franceses, simplemente. Le di muchas vueltas al tema el día de la victoria de Emmanuel Macron, mientras sus seguidores lo celebraban al pie de la torre Eiffel.
Me gustó ver llegar al presidente de la mano de su esposa, la tal Brigitte Macron (más francesa, imposible). A nadie le importa que le saque 24 años. En otros países no habría sido posible una pareja tan asimétrica como esta. Y menos en España.
Recuerdo que, durante su paso por la Moncloa, José María Aznar celestineó para favorecer determinados matrimonios. Y no señalo porque ya ha pasado el tiempo y no vale la pena enredar, aunque, a diferencia de España, en Francia saben conjugar el amor con la razón de Estado.
Véase el caso de François Mitterrand, a quien se le conoció una hija secreta después de muerto (Mazarine Pingeot), fruto de una relación paralela que duró 33 años.
Lo de François Hollande también es muy simpático. Estaba casado con Ségolène Royal, la madre de sus hijos, pero se le cruzó en el camino la periodista Valérie Trierweiler y adiós muy buenas: se acabó el matrimonio. Valérie era muy guapa y muy estupenda, pero quiso mandar más de la cuenta y el presidente tuvo que pararle los pies. Duró diez minutos en el Eliseo.
Con Trierweiler en la cuneta, Hollande conoció a una actriz de cine llamada Julie Gayet y se hicieron novios. Creo que lo siguen siendo.
Cuando Macron llegó al Elíseo, Brigitte reunió en un almuerzo a las ex primeras damas de Francia. Entre ellas no estaba Julie Gayet, pero sí Valérie Trierweiler. La actriz no perdonó semejante osadía y así se lo hizo saber a Brigitte Macron.
Uno de los episodios amorosos más llamativos de la política francesa fue el protagonizado por la modelo y cantante Carla Bruni, que sustituyó a Cécilia Marie Sara Isabelle Ciganer Albéniz (nombre de soltera) en el corazón de Nicolas Sarkozy cuando este llegó al Elíseo. Algo más que el típico triángulo amoroso en un país que no celebra el Día de los Enamorados.
Cuando oigo hablar de este episodio me viene a la cabeza una comedia de enredos o, lo que viene a ser lo mismo, un vodevil de puertas. Me refiero al triángulo formado por Carla Bruni y sus amores sucesivos con el periodista Jean-Paul Enthoven y el hijo de este, el filósofo y escritor Raphaël Enthoven, de cuya relación nació Aurélien (un youtuber, 20 años tiene en la actualidad). El culebrón se publicó en un libro de Raphael (Le Temps gagné), un ajuste de cuentas con su padre, que le había precedido como pareja de Carla.
Ha sido la comidilla francesa en tiempos de pandemia.
Uf.
Que Alejandro Dumas me valga: Il y a une femme dans toutes les affaires (de su obra Los mohicanos de París).