Dice Yolanda Díaz en una entrevista de La Script que España es Rosalía. Esto es una chifladura, una ocurrencia suya. "Representa un país nuevo, moderno, feminista, rompedor, lejos de esa España donde nos quieren meter, esa España casposa del bipartidismo, masculina. No es así España". Sonrojante.
Así que resulta ahora que la pobre Rosalía es el antónimo del bipartidismo patrio. Es decir, que Rosalía es el 15-M, donde no nos consta que estuvo ni que le interesase lo más mínimo, pero qué más da. Al final, el titular queda simpático y deficiente, todo sea por epatar, por la tontería, por la viralidad, por el análisis cultural de brocha gorda, por el oportunismo.
Me ha dado pudor pensar que Yolanda -una mujer curranta y seria, valiosa, cuando no le puede el pacatismo- ni sabía lo que estaba diciendo. Precisamente, Rosalía es una artista que ha hecho muchos esfuerzos por no significarse políticamente, por mantener un discurso desclasado y blanco, inane, buenista, rayano en la necedad, colmado sólo de grotescas y soporíferas sentimentalidades del estilo "yo hago música para emocionar a la gente". ¿No me digas? ¿Existió la posibilidad alguna vez de lanzar canciones para dejar a los demás indiferentes?
En esa cosa dulzona y sospechosa, en ese hacerse la tonta y la cantarina, en ese reírse a destiempo, todas naif e inocentonas (como entendiendo las bromas tarde o como explotando risas enlatadas cuando no viene a cuento para imprimir suavidad en sus discursos) se encuentran Yolanda Díaz y Rosalía. Ya no sólo han decidido hablarnos como si todos fuésemos imbéciles, sino que en esa infantilización (de todo menos emancipadora) eligen lucir mentecatas ellas también.
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Sólo se mojó una vez, Rosalía, un día después de las últimas elecciones (es decir, tarde ya y sin generar influencia), cuando se hernió escribiendo un tuit que rezaba "fuck Vox" y el progresismo la condecoró prácticamente como a Rosa Luxemburgo.
Desde luego, estamos faltos de referentes. La mitad de sus canciones exudan un capitalismo desatado ("quiero una cadena que me arruine toa' la cuenta, como Naomi en los 90, un billete, dos billetes, una tienda de billetes") y reivindica la importancia de la familia, de Dios y del amor romántico. Es decir, que Rosalía es conservadora (y esto no es una crítica, sino una descripción), pero la buena de Díaz no ha llegado aún a esa pantalla.
Tampoco cuando la tilda de símbolo feminista parece haberse parado a ver los espinosos vídeos de la fiesta posterior a los Grammy, donde acude a un club de strippers y se dedica a divertirse tirando billetes a mujeres desnudas más pobres que ella que bailan como perras. Lo tienen todo, humillación de género y humillación de clase.
Hay algo muy mezquino, muy supremacista y muy antiguo en ese gesto, en el de tirar dinero a alguien. Hay un desprecio espeso ahí (en no entregar las cosas en la mano), hay un símbolo, un mensaje latente. ¿Detectará su zumbido Yolanda? ¿O estará celebrando los valores solidarios, escuetos y responsables de las niñas que viajan en su jet privado a Las Vegas?
Seguro que Díaz no ha escuchado la canción Hentai, donde habla de su amor erótico hacia su pareja, Rauw Alejandro, e insulta a sus pretendientas cantando: "Siempre me pone por delante de esas putas". Trocotó. Y se queda tan ancha, después de años hablando de dejar de matarse en el barro entre hembras para competir por el deseo del macho de turno.
Una lección inolvidable. La "otra" siempre es la "puta", tú eres la "novia" y por tanto la "digna". Los roles más viejos que un gnomo. Y resulta que la transgresión para la candidata a la presidencia del Gobierno era esto. Algo como cantar en el remix de La relación "ahora todo cambió, le toca a ella, Mari y una botella, gracias al maltrato se puso bella", como si al maltrato tuviésemos que agradecerle el quedarnos flacas por débiles, el ir desapareciendo poco a poco, el ir royendo el propio hueso hasta el asco y la resurrección.
¿Rosalía es España, Yolanda, un país con el ascensor social escacharrado como una atracción de feria, donde los datos nos hacen spoiler, sorpresa, y resulta que los niños del 1% más rico serán los millonarios del futuro?
¿Rosalía es España, seguro, si ni siquiera vive aquí? Lleva años residiendo, sobre todo, en Miami. Yolanda, ¿tú sabes dónde ha tributado todo este tiempo? ¿Tú crees que ha pasado 183 días aquí como para pagar impuestos en España? No lo creo. No lo creo.
Cómo va a ser España una mujer a la que no se le entiende ni el castellano cuando habla, cuando lo empequeñece y lo convierte en un sublenguaje minion lleno de anglicismos. Cómo va a ser España una chavala que cambia de acento nivel personalidad múltiple, cada uno más impostado que el anterior. Ella lo mismo te engancha un "quillo" siendo catalana que se levanta boricua o guatemalteca, según le dé.
España no es Rosalía, esto está claro, pero la pena es que Rosalía es cada vez menos España. Ahora su mundo es otro. Por eso las palabras de Yolanda Díaz me hacen pensar que, o bien no conoce a Rosalía, o, mucho más grave, no conoce España.
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Si España es suceptible para Díaz de ser cualquier cosa, ¿qué proyecto tendrá para ella? ¿Cuáles son los valores que quiere recoger en su candidatura, si su pastiche ya lo mezcla todo, si anda vendido y deformado, si igual se reúne con el Papa que te hace un prólogo para la nueva edición del Manifiesto comunista? El bodegón amenaza delirante.
En el resto de la entrevista en La Script, Yolanda no está mucho más sembrada tampoco. Dice que su vida es la que es gracias a los libros, las películas y los discos, pero tampoco menciona ejemplos particulares. ¿Almodóvar? El mejor. Sin él no se entiende la historia de España, dice.
Pero bueno, ¿cómo que no, si fingió intencionadamente en todas sus películas que Franco nunca había existido? ¿Qué queremos, Yolanda: memoria histórica o almodovariana? Tú me dirás, nena.
¿Penélope? La mejor. "Muy sencilla". Jamás lo hubiésemos pensado por nosotros mismos. ¿Y Rosalía? También la mejor, cómo no va a ser la mejor, si es España, joder. España es todo, en cada lado te la encuentras. En un cactus, o en una camiseta del Barça, o en el brazo de gitano más seco de la pastelería.
Yolanda Díaz dice que las "compas" de su hija la llaman "motomami" (esto es dialéctica de asamblea). Y se ríe. "Jobar, madre mía". Como una niña. Dice que la cultura la hace "volar". Es justo la frase cursi, previsible y manoseada que usaría alguien que jamás se elevó ni diez centímetros.