Hay pueblos andaluces que tienen lo justo: una iglesia, un bar, una peña del Betis y una Casa del Pueblo.
Hay municipios, sobre todo de la sierra, el olivar y la campiña (de esa Andalucía profundísima de obra lorquiana), en los que votar al PSOE, como ver al Betis los domingos después de ir a misa, no es una elección, sino algo connatural.
Rutinario y automático, como respirar.
Hablo de la Andalucía de los clanes, los cortijos y las partidas. La de los sembraos, las batidas, las ventas de carretera y el voto cautivo. La del aguardiente muy de mañana, la romería, los sindicatos del campo, las firmas con el pulgar, la copla y el Canal Sur a la siesta. Alcalá de los Gazules, El Rubio, Rute, Villanueva del Trabuco, El Arahal, Huévar del Aljarafe, Alcaudete.
Pues bien. Feijóo, que de caciquismo sabe algo (aunque aquí el cacique sea el señorito del PSOE a caballo), quiere echarle un pulso a la Historia y a "siglos de guerra" presentando un candidato del Partido Popular en cada uno de los municipios andaluces por vez primera. 785 en total.
"¡Hasta en Marinaleda!", cuenta que le ha dicho a Elías Bendodo, su factótum para el sur en las inminentes municipales.
Por si alguien no lo sabe, Marinaleda es ese pueblito (de donde curiosamente viene Ansu Fati) situado en la Sierra Sur de Sevilla y que desde el 79 está gobernado por el comunista Sánchez Gordillo. Aunque esta vez no concurrirá a las elecciones tras 34 años en la alcaldía. Una Corea del Norte a escala en el corazón de Andalucía.
Así, el próximo 28 de mayo, los populares pretenden que el mapa en color de la bética deje de ser esa señora de gris sobre fondo rojo (sic) para que tome el tono azul del cielo de La Malagueta o La Victoria. Con sus gaviotas planeando sobre las barquillas. A Feijóo en el Risk le ha salido Andalucía.
Mas lo prioritario es poner la pica en las ocho capitales. Algo que, con el viento soplando de popa, se antoja tan factible como el descenso del Sevilla. Y así el preboste gallego (contando con el doble check del espadón Bonilla, con mando en plaza) se ha asegurado de elegir personalmente a los mejores candidatos posibles.
Para ello, el presidente del PP ha convencido a su viejo amigo, y su mascarón de proa en estas municipales, Paco de la Torre, para que con 81 años se presente a la relección en Málaga. Ganaría aunque se pusiera a pegar tiros (como Trump) en la calle Larios. O, peor aún, aunque propusiese completar La Manquita, pese a que vaya a jubilarse más bien con edad de papa que de alcalde.
En Sevilla, tras la espantá de Espadas por el PSOE, saben los populares que tienen una oportunidad inmejorable para dar un golpe en la mesa en el corazón mismo del socialismo patrio. Tierra de funcionarios, sinecuras y conmilitones de la autonómica. Por eso han traído de alcaldable a José Luis Sanz, el regidor que ha hecho de Tomares, a nueve kilómetros de la capital, el municipio más rico de Andalucía.
Para Granada han mandado, precisamente el día de la Toma, a la consejera mejor valorada del gobierno, Marifrán Carazo (con la que Feijóo cuenta para un futuro Ejecutivo nacional), a sabiendas de que es un chut a puerta vacía.
El actual alcalde (que lo estaba haciendo bien), el socialista Paco Cuenca, no tiene cartas que jugar. Porque pretendía hacer de la Agencia de Inteligencia Artificial su gran baza para seguir al frente del consistorio nazarí. Pero ya sabemos que, por elección opaca del Gobierno, la AESIA acabó en La Coruña. Una decisión de Sánchez y cía. que los propios socialistas han recurrido ante el Supremo.
En Córdoba y Almería, en manos populares, irán de candidatos los alcaldes actuales: José María Bellido y María del Mar Vázquez. Aquí la cuestión es si obtienen o no la absoluta.
En Jaén y Huelva, feudos históricos del socialismo, se ha confiado en José Agustín González, director general de Consumo de la Junta, y en Pilar Miranda, presidenta de la Autoridad Portuaria onubense. Los inventos con gaseosa y el rebujito, también.
Una de las pocas capitales de provincia de España en la que el PP aún no tiene alcaldable es Cádiz, donde Feijóo ha dicho "paren las máquinas que bajo a convencer a otra vieja amiga, Teófila Martínez".
La situación aquí es particular ya que, al marcharse Kichi (dijo que iba a estar ocho años y ha cumplido), los populares tienen todas las papeletas de volver a gobernar la Tacita de Plata. Porque su mayor rival es el primer ganador de Gran Hermano. Ese es el nivel.
Parecía que el elegido era José Manuel Cossi que, que por pintarlo con trazo grueso, es un Kichi de derechas. En el sentido de que viene del mundo del carnaval y es alguien popular en la ciudad y con carisma de murallas para adentro.
Pero el gallego se ha empeñado en que Teófila (ya la eligió para presidir el congreso de su unción en Sevilla), que fue regidora de la ciudad veinte años y hoy ejerce de alcaldesa tras la valla (presidenta de la Autoridad Portuaria), vuelva a ser alcaldesa a sus 75 años. Que es como ser madre, otra vez, a los 45.
Al final, el elegido será un tercero. Bruno, un parlamentario andaluz de Jerez. Pero ya sabemos que aquí, como en la película Encanto de Disney, no se habla de Bruno.