Si la realidad virtual ya estuviera incorporada a nuestras pantallas, caballero, habría visto salir los brazos de Felipe VI a través del plasma, agarrarle de las solapas y sacarle de su fijación con el último canapé de salmón y cebolleta orillado en la bandeja.
No se asuste: lo del Rey no ha sido agresividad, sino contundencia; no belicosidad, sino firmeza.
Felipe VI le ha mirado a los ojos y le ha dicho algo que no le había dicho antes: que si bien siguen preocupándole, como a usted, "el empleo, la sanidad, la calidad de la educación, el precio de los servicios básicos, la inaceptable violencia contra la mujer y el acceso a la vivienda de los jóvenes", esta Nochebuena, precisamente esta, quiere hablarle de otra cosa.
Siendo ineludibles todas esas cuestiones en la agenda de cualquier gobierno progresista que se precie, "quiero centrarme en otras", le ha anunciado el Rey, mientras seguía oxidándose en la bandeja el canapé de salmón y cebolleta. O sea, que esto, ahora, va de otra cosa.
Pero, ¿qué hay más importante hoy que la sanidad, la educación, la vivienda, los servicios básicos y el machismo, se preguntará usted?
El Rey no niega que el patriotismo consista en garantizar una sanidad con recursos, una vivienda digna y en no dejar a nadie atrás, pero esta Nochebuena le ha explicado que la verdadera tierra firme, la que sustenta esos y otros derechos, tiene dos nombres: "Constitución" y "España". Saltándose la una y fragmentando la otra "no hay libertades sino imposición, no hay ley sino arbitrariedad".
En nueve palabras: la Constitución no es el problema, es la solución.
Tiene que estar ocurriendo algo realmente grave para que Su Majestad, a quien no se le escapa una, se haya saltado en el discurso las guerras en Ucrania y en Gaza. Y del cambio climático, ni mu. Todo, para poner el foco en dos palabras, insisto: "Constitución" y "España".
Felipe VI le ha recordado, señor, que en medio de esos vientos que nublan las mentes y traen querencias a levantar muros, "la división ha sido la causa de muchos errores en nuestra historia".
Y, por si quedaba alguna duda, cuando el canapé de salmón y cebolleta ha empezado a arrugarse, amarilleaba y perdía definitivamente el brillo, Felipe VI ha pedido respeto de unas instituciones a otras "en el ejercicio de sus propias competencias" para "contribuir mutuamente a su fortalecimiento y a su prestigio". Y la voz inglesa lawfare, aun no habiendo sido pronunciada, ha quedado flotando en su salón. ¿No es cierto?
El resto de españoles que esperábamos nuestro mensaje navideño nunca imaginamos que fuera a dedicárselo a usted. Otro año será.