Uno de los puntos estrella del programa electoral del BNG para las elecciones de este domingo es derogar el decreto de plurilingüismo para las enseñanzas no universitarias, aprobado por el Gobierno autonómico de Feijóo en 2010.
En este decreto, además de hacerse alarde de toda la metafísica de la identidad en su preámbulo, se impone un uso casi exclusivo del gallego en la Administración educativa, pues sólo se contempla el uso del español en las comunicaciones con otras comunidades autónomas.
Aprobado con la firma de Feijóo (insisto), el decreto elude el hecho constitucional de que el español es la única lengua de conocimiento obligatorio para todos los españoles. También que todos los españoles, incluyendo naturalmente los gallegos, tenemos derecho a su uso, ya sea en el ámbito educativo o en cualquier otro.
Pero habiendo hecho el Partido Popular el juego al nacionalismo, y aprobando un decreto en el que se busca (inconstitucionalmente) que prevalezca el gallego al español, todavía no es suficiente.
El BNG, según anuncia en su programa, quiere derogar este decreto porque le parece poco, persiguiendo que el español desaparezca de la Administración de Galicia (y, en general, también de la vida cotidiana) al considerarla una lengua invasora, impuesta por el 'conquistador' castellano. Es una lengua extranjera, impuesta, advenediza y hostil, que tiene que desaparecer del "hogar de Breogán".
A pesar, pues, de las constantes cesiones del PP al argumentario y discurso nacionalista, con medidas que coartan los derechos de todos los españoles, para el nacionalgalleguismo esas medidas siempre van a ser insuficientes mientras el español no desaparezca de Galicia.
La miopía del PP es que, aun sabiendo esto, sigue realizando concesiones.
Elegir una lengua como seña de identidad (como se defiende en el decreto de 2010, insisto una vez más, firmado por Feijóo), y que no sea entendida por los demás españoles, no tiene otro alcance que el de darles la espalda y levantar una muralla babélica que separe a unos de otros.
El nacionalseparatismo busca combatir todos aquellos rasgos que sean compartidos, siendo uno de los más destacados el de la lengua de uso común. La lengua española se ha extendido en todo ámbito social y es esto, precisamente, lo que se trata de frenar desde aquellas facciones e instituciones que persiguen un reconocimiento político de la nación fraccionaria correspondiente, ya sea catalana, vasca o gallega.
[Opinión: La España babelizada]
Obstaculizar el uso del español en determinadas partes del tejido social, cuando no prohibirlo, es el modo más efectivo, por expeditivo, de romper ese tejido común. Por ejemplo, impidiendo a muchos españoles el acceso a la educación o al mercado laboral en la lengua común.
Así ocurre que, en determinadas Administraciones autonómicas, con la excusa de poseer 'idioma propio' distinto del español, se llega incluso a penalizar su uso.
El pretexto es el esquema invasivo como modo de explicación de la entrada del español en esas regiones, un esquema que el PP jamás combate. El castellano, se dice, ha suplantado un uso normal de la lengua 'propia' regional a golpe de decretazo e imposición política, y ahora toca reconducir la situación para volver a la 'normalidad' del uso exclusivo de una lengua localizada en esa región. Hay que compensar, pues, la 'anormalidad' invasiva castellana con la obstaculización de su uso en esas regiones.
Este esquema se ha hecho legal y es el que rige en la normativa con leyes de 'normalización' lingüística. No importan las numerosas pruebas que se han mostrado para demostrar la falsedad de ese esquema. En este sentido, el último libro contra la falsedad del esquema invasivo es el de Ángel López García-Molins, Repensar España desde sus lenguas, publicado por El Viejo Topo.
Esta obstaculización paulatina tiene como objetivo último la completa erradicación del uso del español en esas regiones. Primero, en los organismos oficiales autonómicos y municipales, desde la escuela hasta la Administración, pasando por la señalización del tráfico, los topónimos o la onomástica.
A continuación, vendría su erradicación de cualquier ámbito social: empresarial, mercantil, sanitario, cultural, escolar, etcétera.
La afirmación del plurilingüismo cooficial en España trata de ocultar y hacer desaparecer el idioma común, poniendo toda clase de trabas y dificultades a su desarrollo en determinadas partes de España, buscado la babelización de los españoles como paso previo a su separación política.
Y el PP, seguramente con el ánimo de combatir el separatismo, está adoptando desde hace mucho tiempo las maneras, modos y doctrinas del nacionalismo regional.
Hasta tal punto que el disfraz de nacionalismo en el PP ya es una segunda piel. Ya no es un disfraz, si es que alguna vez lo fue. En Galicia todos los partidos son galleguistas.