Muchos lectores pusieron nombre y rostro al primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico, después de que un jubilado le descargara cinco balazos a quemarropa en el episodio más significativo de su vida. Muchos periodistas conocían el nombre y el rostro de Fico, pero ninguno al detalle como su verdugo. Así que buscamos al compás de los investigadores los indicios de un encuentro inevitable entre el agitador y el agitado, y repartimos los adjetivos como extensiones telefónicas.
Las palabras que más leí sobre Fico —populista, polarizador y prorruso— comparten letra inicial y perseverancia: son las ideas más frecuentes en los mítines y la prensa, y también las más perezosas. ¿Por qué fingimos que cualquiera las entiende, cuando ni siquiera queda claro que para todos signifiquen lo mismo? En realidad, no cambia mucho si Fico es populista o manipulador; polarizador o frentista; prorruso o colaboracionista de la Rusia de Putin, y entonces enemigo del pueblo ucraniano. Lo que cuenta es que el partido de Fico, en la medida de la influencia de un país como Eslovaquia en el mundo, forma parte de un mismo problema, de un mismo esfuerzo de radicalización a un extremo y otro de Europa, con poderosos predicadores del resentimiento y de la rabia entregados a dejar un mundo peor que el heredado.
Las motivaciones del jubilado y las características de la política eslovaca animan los debates. ¿No era este el precio de la polarización? ¿Perder los trenes del progreso y ganarse cinco balas? La tentación de los periodistas es atar cabos pronto. Elevar cada suceso a la categoría de novela. Buscar en cada magnicidio el asesinato del archiduque Francisco Fernando, desencadenante de la Primera Guerra Mundial. Convencerse de que las miserias de un pequeño país en Centroeuropa, con cinco millones y medio de habitantes y un inusual historial de violencia, es la realidad inminente del resto de la Unión.
Hay cabezas rapadas que persiguen políticos de izquierda en Alemania. Crecen quienes creen que la decadencia de Europa procede del mestizaje, y no de andar rezagados en la carrera industrial y tecnológica con China y Estados Unidos, así que saben adónde dirigir su energía. Todavía hay demasiados europeos a quienes advertir sobre la posibilidad de una guerra más allá de Ucrania les suena a asustaviejas. Las fábricas de armamento rusas trabajan a tres turnos, entre tanto, y Putin coloca a un economista al frente del Ministerio de Defensa antes de cooficiar, a invitación de Xi Jinping, la última ceremonia de la alianza rusochina contra el orden liberal. Las cinco balas para Fico no son el destino resuelto de nada, pero parece que los tiempos oscuros sólo admiten sombras, y la mitad de los días nadie encuentra una llama cerca.