La Casa del Rey ha abierto cuenta en Instagram. La noticia es de hace unos días y no de 2016. A este ritmo, no es descartable que la llegada a TikTok coincida con el 25 aniversario de la proclamación de Felipe VI

En el fondo, se entiende bien esa prudencia a la hora de dejarse ver en las redes sociales. Son un foco de disgustos.

El jugador del Atlético de Madrid, Marcos Llorente, en una imagen de vacaciones publicada en sus redes.

El jugador del Atlético de Madrid, Marcos Llorente, en una imagen de vacaciones publicada en sus redes.

Al personaje, digamos, del corazón, le ha permitido controlar qué información de su vida privada suministra. Pero, aún bajo esas coordenadas, el traspié es fácil y de consecuencias fatales. Al líder comunista se le cuela una Thermomix en el encuadre y ya tenemos montado el lío. Uno puede subir una foto de un objeto determinado y ser calificado de guarro porque se aprecia que la mesa en la que se apoya está llena de polvo. 

No puede decirse que lo de Marcos Llorente haya sido un descuido. No tuvo suficiente con restregar las vacaciones hawaianas a sus dos millones de seguidores. A fin de cuentas, Instagram se inventó para presumir. Y un futbolista en periodo ocioso mientras su Selección disputa una Eurocopa puede tener el ego particularmente herido. 

Fue su condición de prescriptor de salud y belleza la que organizó el quilombo. Ya saben: el jugador del Atlético de Madrid blasonó de tomar el sol sin usar ninguna clase de protección contra el mismo. Se unía así a la moda viral conocida como "callo solar", contra la que los dermatólogos llevan algunos meses advirtiendo. 

El debate social no se hizo esperar. El periodismo hizo su trabajo y desmontó las teorías de Llorente en lo referido a relación directa entre la radiación solar y la posibilidad de enfermar de melanoma. 

Pero, ¡ay!, entró la política

El jugador pasó a quedar enredado en esa tela de araña que, en los últimos años, ha ido conectando a los alumnos del Elías Ahuja con Ana Obregón. Nos hemos acostumbrado a que el Gobierno gire el espejo de la fiscalización y señale a los ciudadanos particulares. 

Al secretario de Estado de Sanidad le faltó tiempo. Sobre un pantallazo de la publicación original del centrocampista en la red social de al lado, escribió en su cuenta de Twitter: "Marcos Llorente, jugador de fútbol y negacionista del melanoma. What a time to be alive". El Ejecutivo del índice enhiesto. 

Ese mismo día se puso un poco más didáctico. En un vídeo de un minuto, Javier Padilla advierte sobre los peligros de ese tumor y de las muertes que cada año se cobra en España. Apela a la responsabilidad y al cuidado en forma de prudencia con la exposición y la aplicación de protección. Pese a ser una comunicación más reflexiva, no se priva del tirón de orejas. Pide "responsabilidad individual" a las personas que tienen poder de comunicación masivo, especialmente entre los más jóvenes. Por lo menos, esta vez no dice el nombre. 

No creemos que resulte problemático concluir que, en determinados temas, Marcos Llorente está lejos de representar el lápiz más afilado del estuche. Tampoco parece difícil un consenso en torno a no considerar una intromisión que el Ministerio de Sanidad nos ruegue echarnos cremita.

Pero sería deseable que nuestros gobernantes, a los que suponemos primeros interesados en el bienestar de la población, dejen de abroncarnos. Que se limiten a censurar la conducta sin señalar al contribuyente que la promueve, en su derecho individual de moverse por el mundo como un ignorante. 

Protección también contra eso. Del factor 50.