España sólo tiene un cronista y se llama Eduardo Mendoza. El resto son funcionarios de la actualidad. Lo de ayer en Barcelona únicamente podría haberlo firmado el autor de Sin noticias de Gurb, porque cuando a España le da por hacer el ridículo sólo se puede sobrellevar con ingenio como si todo esto fuese una ficción. Es un esperpento que tiene tanto de Cervantes como de Valle, porque España es lo que ocurre entre los dos.

El expresidente catalán Carles Puigdemont durante su acto en Barcelona.

El expresidente catalán Carles Puigdemont durante su acto en Barcelona. EFE

Día 8 de agosto. 

09:00 (hora local): Aparece el expresidente fugado en mitad de Barcelona como si no pesase sobre él una orden de detención. Nadie sabe cómo ha llegado desde su exilio en el extranjero, hablan autoridades competentes versadas en la materia de la posibilidad de que el sujeto haya inventado la teletransportación. Salió hace siete años en un maletero huyendo como un cobarde y vuelve hoy como si de un torero se tratase. 

09:10: Mientras el fugado arenga a una pequeña masa de tipos que por lo visto no tienen que trabajar, desde la Moncloa reclaman para él el Nobel de Física por tamaño prodigio: aparecer instantáneamente en mitad del paseo de Lluis Companys directo desde Waterloo. 

09:15: No es esta una película de Ridley Scott. No hay épica en las palabras de Puigdemont, el discurso es flojito, como de haberlo esbozado en la servilleta de una gasolinera con prisa mientras paraba a enchufar la 'TARDIS', que desde que el modelo es 100% eléctrico uno no puede aspirar a más que unos pocos kilómetros de autonomía en esto de la teletransportación. El futuro tiene estas contrariedades. 

09:20: Baja del escenario. Una señora con dos cafés de más y sin dormir pide a gritos que lo hagan "santo súbito", porque su reino no es de este mundo.

09:30: El fugado se fuga nuevamente entre la multitud.

09:45: Signal lost

10:00:

11:00: Silencio administrativo. 

12:00: Sin noticias de Carles Puigdemont. La 'operación jaula' tenía agujeros. 

12:01: Sin noticias de Pedro Sánchez y de nadie que en España se haga responsable de lo que ocurre en territorio español. 

13:00: Resulta que el fugado ha vuelto a huir zafándose de todas las autoridades porque las costumbres no cambian. "La historia se repite dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa". 

Aunque más que farsa, Carles Puigdemont es un circo con todas sus pistas. Un día ejercita el número como domador del PSOE. Otro, como funambulista de la justicia. Y ayer jueves, como mago. Pero no porque el truco fuese zafarse entre la multitud, como un escapista en horas bajas. Sino por hacer desaparecer el Estado español, que durante tres horas no existió en Barcelona. 

En España, el ridículo siempre había sido una cosa particular. De Ruiz Mateos disfrazado de Superman, pasando por Jesús Gil susurrándole a un caballo, hasta Zapatero, Monedero, Errejón e Iglesias diciendo que esto debería parecerse a Venezuela si de verdad queremos ser una democracia.

El escándalo es que ayer el ridículo fue institucional y eso es lo que no se puede tolerar. 

Dónde queda el pacto social aquí, ese por el que uno financia con su trabajo los servicios públicos, si el Estado es incapaz de cumplir con algo tan absurdo como detener a plena luz del día a un señor que lleva siete años fugado de la justicia mientras le rodean más policías que simpatizantes.

Eso sí, a este mamotreto amorfo y lento en el que hemos convertido la administración se le escapa un tipo de 60 años a cámara lenta y retransmitido en directo por todos los medios de comunicación, pero no se le olvide a usted poner el ticket de la hora a su vehículo, pasarle la ITV en su rigurosísimo plazo o presentar un día más tarde el IVA, porque caerá todo el peso de la ley sobre el desgraciado que crea que tiene los mismos derechos como español, por ejemplo, que Carles Puigdemont

"A ustedes se les escapó", le dijo Pedro Sánchez a Mariano Rajoy en 2018. "Yo voy a traerlo de vuelta a España". Y miren que cumplió, para que nadie ponga en duda la palabra del presidente. Fueron apenas unas horas, como cuando declararon unilateralmente la república catalana, porque si a alguien le quedaban dudas, Pedro Sánchez y Carles Puigdemont están cortados por el mismo patrón.

23:59: Algún día las autoridades dirán que Puigdemont nunca estuvo aquí. Es posible que digan que Sánchez tampoco.