Alguien en el ministerio de Transportes tuvo una idea feliz. Casi podemos visualizar al asesor explicándoselo al titular de la cartera.
-Se trata, ministro, de mostrar al público qué se hace desde el departamento cuando una catástrofe natural es tan dañina para las infraestructuras.
[Con las manos juntas apoyadas en los labios, Óscar Puente emite un gruñido que su interlocutor interpreta como una invitación a proseguir].
-De modo que tú te limitas a subir las fotos de las obras de reconstrucción y a facilitar toda la información de servicio.
- ¿Nada de insultos a mis adversarios o a conciudadanos para los que se supone que trabajo? ¿Cero labor fiscalizadora de la actividad de los seudomedios?
-Cero, ministro. La idea es justo la contraria: ofrecer una imagen de puro servicio público en tiempos de zozobra.
[Puente empieza a visualizarlo en su cabeza: borrar los antecedentes de toxicidad emergiendo como una referencia en medio del caos. El matonismo estuvo bien en su momento, pero ahora estamos en otra película. ¿Por qué no?].
-Me gusta la idea. ¡Hágase!
Bienvenida sea la conversión, por otra parte, ilustrativa de hasta qué punto hay españoles que necesitan aferrarse a cualquier asidero que les ofrezca el PSOE. Lo que la semana pasada eran tuits almibarados que dibujaban al exalcalde de Valladolid como un cruce entre Churchill y Adenauer con poderes de superhéroe de DC ha pasado ya a la categoría de análisis sesudo en la prensa de referencia.
Leer algunos ditirambos ha producido un alipori especial. Pareciera que realmente sitúan al ministro realizando el trabajo sobre el terreno y con sus propias manos.
Suena casi a resabio franquista, de cuando los partidarios del dictador, aún décadas después de su muerte, le atribuyen personalmente la construcción material de sus obras públicas. El "humorismo oficial del Estado" (copyright Jorge San Miguel) ha vuelto a dejar claro que siempre rema mejor a favor de corriente.
Se nos anima a sentir orgullo de un país que es capaz de reconstruir rápidamente sus infraestructuras. Permítasenos añadir que lo estaríamos más de uno que prevenga para evitar que se derrumben.
Sánchez dejó caer el otro día que teníamos volver a asomarnos por la ventana a aplaudir como en lo peor de la pandemia. "Hoy hay que hacer lo mismo con todos los servidores públicos, de todas las Administraciones públicas, que están trabajando codo con codo con los vecinos y vecinas".
Para cuando lo dijo ya había un "servidor público" que llevaba unos días recibiendo esos aplausos.
Demuestra lo bajo que hemos dejado el listón. Hay políticos a los que, para conseguir el éxito de crítica y público, les basta con limitarse a hacer su trabajo.