Menos de 24 horas antes del discurso de Navidad del Rey, uno de los medios más afectos al Gobierno (eldiario.es), publicó una noticia que llevaba como titular: "El jefe de la Casa Real incentiva un nuevo perfil político de Felipe VI". 

La tesis que sostenía la pieza, firmada por los periodistas Esther Palomera y Aitor Riveiro, debía desentrañarse con lectura entre líneas.

Podríamos resumirla en: el monarca se ciñe a su papel constitucional, pero ojito con el tres de octubre, la llegada de Camilo Villarino a la jefatura de la Casa ha acentuado un perfil político que a veces hasta nos gusta (parlamento de Italia), pero existe cierta descoordinación con el Gobierno (Notre Dame) que la malvada derecha aprovecha para patrimonializar una vez más la figura regia. 

El rey Felipe IV, en el mensaje de Navidad de este año

El rey Felipe IV, en el mensaje de Navidad de este año EFE

El texto nos dice también que los reyes "se empeñaron" (sic) en "terminar el recorrido [en Paiporta] manchados de barro". Desde Casa del Rey, observan los periodistas, se ha visto la DANA como el 23-F de Felipe VI.

Se deslizan reproches a algunas actitudes concretas durante sus visitas a la zona. Y entrecomillados que ponen en la picota al casi recién aterrizado Villarino. Concluye:

"Está por ver cuántos españoles lo sintonizan esta Nochebuena y el mensaje que lanza el monarca. Y también saber si el rey abundará y ahondará en busca de un perfil político o apostará por la institucionalidad constitucional".

El tópico periodístico hablaría aquí de "aviso a navegantes". 

¿Hubo, el 24 a las nueve de la noche, una herida que justificase semejante venda?

La situación es extremadamente paradójica: decir que fue un discurso politizado supondría reconocer que algunos de los argumentos más utilizados para criticar al Gobierno estarían en lo cierto.

Porque… ¿qué tiene de politizado la reiteración del llamamiento al "bien común" o la defensa de la Constitución de 1978? 

Este firmante, con sus sesgos, puede ver aquí una manera de lanzar un mensaje: aunque la literalidad del texto dé por hechas esas bondades, subrayarlas tanto sirve para poner de manifiesto que, quizá, empiezan a brillar por su ausencia. Señalarlo como un reproche nos sitúa en la paradoja descrita anteriormente. 

Que determinados partidos lamenten que las alusiones a determinados temas no se ajustaran a su argumentario particular demuestra que el tono fue adecuado

El día de Navidad trae consigo un espejismo de la España de ayer: los dos partidos centrales salen en auxilio del Rey y las distintas formaciones extremas o periféricas comparecen para ponerlo a parir. 

Pero empieza a haber elementos para la duda. Se aprecia algo parecido al bifrontismo en el entorno del PSOE. La cara vista es Narbona diciendo que comparte el contenido del discurso. La cara oculta es la prensa oficialista sembrando la duda sobre las oscuras intenciones políticas del jefe del Estado. 

Por lo pronto, esta mañana ya andan celebrando que ha sido el segundo discurso navideño menos visto del reinado