Venezuela está a punto del estallido social. Es difícil que un país concentre tanto padecimiento; el último, una epidemia de malaria. La pobreza ha empujado a los venezolanos a buscar fortuna en minas clandestinas de oro, en territorios y ambientes que son propicios para contraer la enfermedad. Y ello sólo es posible por la pasividad de las Fuerzas de Seguridad. Cuando estas personas regresan a sus lugares de origen, muchas son portadoras del parásito. Tal y como hoy informamos, los infectados se cuentan por decenas de miles y la situación lleva camino de convertirse en emergencia nacional.
Es otro desastre que añadir a la dramática situación que vive el país y un disparate más que sumar a la larga lista que acumula el Gobierno de Nicolás Maduro. La moneda nacional, el bolívar, se devalúa cada día; la inflación se ha desbocado; el desabastecimiento es alarmante y afecta a productos de primera necesidad, incluidas las medicinas. Hay colas para todo. Miles de venezolanos cruzan la frontera para comprar en Colombia lo que les falta...
Suspenso del FMI
El Fondo Monetario Internacional prevé que la economía venezolana se contraerá este año un 10%, el peor dato de los 190 países que ha analizado. Hay un empobrecimiento general que ha arrastrado al pozo a la clase media, y la delincuencia y la inseguridad se han disparado. Ese panorama, que sería una bomba de relojería en cualquier país institucionalmente estable, en Venezuela es mucho más peligroso por la división política y la obstinación de Maduro por aferrarse al poder.
El régimen chavista, que perdió en diciembre la mayoría en el Parlamento, ha entrado en una deriva autoritaria. Maduro está utilizando todos los poderes que controla, como la Justicia, para bloquear al Legislativo y eliminar a sus opositores. La sentencia de la Corte de Apelación que confirmó la condena de Leopoldo López a 14 años de prisión es una vergüenza que corrobora tanto su condición de preso político como que en Venezuela no se respetan los derechos humanos.
Bloqueo de Maduro
Parece obvio que la solución a los problemas del país pasa, en primer lugar, por relevar a un dirigente tan incompetente y antidemocrático como Maduro, pero él se está encargando de bloquear el referéndum revocatorio previsto en la Constitución que podría poner fin a su mandato. Y las gestiones de organismos internacionales como Unasur, en las que ha participado el expresidente Zapatero, han resultado hasta ahora infructuosas.
La situación no abona precisamente al optimismo. En este ambiente, una chispa puede bastar para desencadenar una tragedia. La comunidad internacional debe redoblar sus esfuerzos para evitar lo peor. El tiempo se agota.