El varapalo que la oposición le ha dado este martes al Gobierno, poniendo la primera piedra para paralizar la implantación de las pruebas finales en ESO y Bachillerato previstas en la Ley Wert, marca el signo de por dónde puede discurrir la legislatura. La imagen de PSOE, Podemos y Ciudadanos votando en el mismo sentido permite que se visualice por primera vez la soledad del PP.
Pero igual que la oposición se ha unido ahora para fulminar la Ley para la Mejora de la Calidad Educativa (Lomce), lo hará a buen seguro en próximas ocasiones. Este mismo miércoles dará la espalda a Fernández Díaz como candidato a presidir la comisión de Exteriores del Congreso, si bien eso no impedirá su nombramiento.
Frente a los trágalas
Habrá quien pretenda reprochar a Ciudadanos su falta de compromiso con el Gobierno de Rajoy, pero su voto favorable a la investidura tenía un claro marco de referencia: las medidas de regeneración pactadas con el PP. Ni se le puede pedir a Albert Rivera que dé oxígeno a la Lomce -el trágala de José Ignacio Wert que tanto ha dividido a la comunidad educativa- ni que apoye a un exministro que fue reprobado hace un mes en el Congreso por sus tejemanejes en Interior.
Si la oposición se une para impulsar algunas de las reformas necesarias e inaplazables para España, bienvenida sea esa colaboración. No habrá en ello deslealtad alguna ni que buscar extrañas conspiraciones, sino ambición por mejorar el país. Ahora se ve con claridad cómo la negociación y el pacto son claves en un Parlamento donde no existen mayorías absolutas. Y ese fue uno de los graves errores de Pedro Sánchez.
Nueva etapa
No estamos, sin embargo, ante una mera cuestión de aritmética parlamentaria, sino de voluntad de abrir una etapa que dé satisfacción a los anhelos de una ciudadanía que exige cambios en las formas y en el fondo. Es cierto que el Gobierno siempre tendrá la posibilidad de romper la baraja y convocar elecciones para librarse de este marcaje del Parlamento.
Tal vez crean en el PP que, en el supuesto de volver a las urnas, ampliarían su mayoría. Pero antes de dar ese paso deberán de cargarse de razones porque podrían ser víctimas de su ambición.