El escaso margen de ventaja que ha obtenido Pablo Iglesias sobre Íñigo Errejón en la consulta a las bases para determinar qué modelo de congreso celebrará el partido en febrero supone un varapalo para el secretario general. Los dos puntos de diferencia sobre Errejón consolidan a éste como alternativa.
Fue idea de Iglesias convocar esta consulta a 50 días del congreso de Podemos, y la impuso pese al criterio contrario de Errejón y de sus partidarios. Iglesias estaba convencido de que arrasaría, y de que esta votación se convertiría en un plebiscito aclamatorio. Ya se había ocupado de que cerraran filas con él tanto la corriente Anticapitalista como el propio secretario de Organización, Pablo Echenique.
Ases en la mano
Con estos apoyos, el secretario general creía contar con todos los ases en la mano. Pero incluso así prefirió ponerle la guinda al pastel en forma de órdago, anunciando que se iría a casa si sus propuestas políticas fueran derrotadas en Vistalegre.
Por eso la victoria de Iglesias es tan amarga. Su idea era dar por zanjado el congreso antes de celebrarlo, y no lo ha logrado. Al contrario. Errejón se siente con más fuerzas que nunca para tratar de disputarle el poder. Si en las peores condiciones para él se ha quedado a dos puntos, es que hay partido.
Democracia interna
Lo que ha ocurrido en Podemos es fruto de un ejercicio saludable de democracia interna. En eso es un ejemplo que deberían seguir otras formaciones. Qué diferencia con lo ocurrido con la elección de compromisarios para el congreso del PP que ha denunciado EL ESPAÑOL. Tal y como hoy informamos, Génova ha tenido que anular las votaciones en La Coruña, donde los dirigentes eligieron a unos a dedo y otros por sorteo, como en una tómbola.
Lo que ha puesto en evidencia la consulta de Iglesias es que tiene menos fuerza entre las bases de lo que creía. Veremos ahora cómo juega sus cartas y hasta dónde es capaz Errejón de llevar su pulso.