Pronto se le han olvidado a los populares los propósitos de regeneración democrática. Aunque era conocida la posición oficialista contraria, por ejemplo, a la celebración de primarias, había indicios para pensar que el congreso nacional de febrero podría significar un paso adelante en la modernización del PP.
A la presión social a la que ya empiezan a ser sensibles cargos y militantes del partido -los españoles reclaman organizaciones políticas más transparentes y democráticas- se unía en su caso el pacto cerrado con Ciudadanos que permitió la investidura de Rajoy. En ese acuerdo se asumió que el presidente del Gobierno no podrá estar más de dos mandatos en la Moncloa y que los cargos públicos imputados por corrupción deberán ser apartados de sus cargos.
De lo dicho, nada
Sin embargo, tal y como hoy informamos en EL ESPAÑOL, la ponencia de Estatutos que el PP aprobará en su congreso no contempla limitación alguna de mandatos. Eso significa que el líder de la formación, Rajoy, se convertirá automáticamente en nuevo candidato a la Moncloa. Por tanto, dependerá exclusivamente de su voluntad el volver a aspirar a la Presidencia del Gobierno.
Además, el partido tampoco prevé separar de la actividad pública a los cargos investigados formalmente por corrupción hasta que no llegue la apertura de juicio oral, exceptuando que se trate de un delito "flagrante".
Burla a los ciudadanos
Obviamente, el PP está en su derecho de no modificar sus normas internas, aunque al actuar así se condene a ser el partido con un funcionamiento menos democrático, y hay que decir que el de Rajoy ya es el único de los cuatro grandes que no contempla las primarias. Pero lo que de ninguna forma debería hacer una formación política es incumplir sus acuerdos.
Sin embargo, crecidos seguramente por los primeros derroteros que muestra la legislatura, en la dirección del PP ya rebajan el valor del pacto sellado con Albert Rivera aduciendo que lo que firmó el grupo parlamentario no obliga al conjunto del partido. No deberían de confiarse demasiado. Estamos aquí ante algo que va más allá de un nuevo desprecio a Ciudadanos: asistimos a un corte de mangas a la regeneración y a una burla a los españoles que aspiran a una democracia de mayor calidad. Y de cosas así, la sociedad toma nota.