Lejos de asumir sus errores en la tragedia del Yak-42 y pedir perdón a las familias de los 62 militares fallecidos, Federico Trillo ha hecho un último intento de desvincular su relevo como embajador en Londres del informe del Consejo de Estado que prueba la responsabilidad de su gestión como ministro de Defensa en aquella tragedia.
En una comparecencia absurda, Trillo ha subrayado que deja su cargo porque su mandato ha concluido, ha reivindicado su labor en la sede diplomática en los últimos cuatro años y ha reiterado que su intención es reincorporarse a su plaza en el mismo órgano consultivo cuyo dictamen ha precipitado el final de su carrera política por la puerta de atrás.
Ni mencionar el Yak-42
Ni una pizca de contrición o autocrítica y ni una mención al mayor accidente aéreo del Ejército español en tiempos de paz, lo que sólo puede aumentar -con motivo- la frustración e indignación de las familias de las víctimas y comprometer más al Gobierno.
Trillo debió dejar el cargo o ser cesado en el mismo momento en que el Consejo de Estado concluyó su dictamen sobre el Yak-42, el pasado octubre. Nada más lejos de eso, Rajoy eludió asumir o hacer valer la responsabilidad política por la tragedia y trató de desactivar la polémica enmarcando la salida del embajador dentro del relevo ordinario de otros 70 diplomáticos.
Luctuoso episodio
Esta estrategia, y la contumacia con la que Trillo ha insistido en atribuir a un fallo de los pilotos aquel accidente de hace trece años, sólo han servido para avivar en la opinión pública los aspectos más luctuosos de uno de los episodios más siniestros de nuestra historia política.
El desmarque de la ministra María Dolores de Cospedal, que el lunes comparecerá en la Comisión de Defensa, y un escrito firmado por 13 embajadores exigiendo a Rajoy el cese inmediato de Trillo han precipitado de forma grotesca los acontecimientos. El Gobierno podría haber tenido el gesto de acelerar el relevo de Trillo. Él, sin embargo, ha tomado la iniciativa.
El problema es que al anunciar una convocatoria de urgencia ante los medios en la propia embajada, ha generado unas falsas expectativas. El único sentido que podría tener esta formas de proceder es que este viernes el Gobierno anunciara su cese.
Cuando una salida no es ejemplar sólo puede resultar vergonzosa. En este sentido, el relevo de Trillo sólo puede añadir motivos de oprobio al Gobierno que lo ha protegido sin tener en cuenta ni a las familias de las víctimas ni a las Fuerzas Armadas.