El revés del Congreso al Gobierno en su intento desesperado por aprobar el decreto para liberalizar el sector de la estiba demuestra, antes que nada, la debilidad de Rajoy. En lo que venía siendo su desfile victorioso desde su investidura, hace cuatro meses, este percance es su particular memento mori.
La realidad es que han tenido que pasar cuatro décadas para que un Gobierno de España viera cómo le tumbaban un decreto ley. Y, lo que supone una seria advertencia para el PP, este episodio puede ser la antesala de lo que ocurra con los Presupuestos.
En el fondo, al Gobierno le asiste la razón: ni queda otra que cumplir con la sentencia de Luxemburgo para armonizar la legislación con Europa, ni España puede permitirse el lujo de pagar multas millonarias por desacato, ni en una economía de libre mercado caben sectores cautivos. Desde ese punto de vista, los partidos de la oposición se equivocarán si no cambian el sentido de su voto.
Dos años con mayoría absoluta
Ahora bien, el PP es el principal responsable de que se haya llegado a este punto. Primero por haber postergado la liberalización de la estiba. Disfrutó de dos años de mayoría absoluta para hacerlo y prefirió cruzarse de brazos para evitarse problemas. Y eso que hablamos de un sector estratégico del que depende el suministro de mercancías. Pero el grupo popular también es responsable de lo sucedido porque desde que comenzó la legislatura ha venido actuando con suficiencia, como si no estuviera en minoría.
Ahora otros grupos, como el de Ciudadanos, le han pagado con su misma moneda. ¿Por qué Albert Rivera tiene que sentirse obligado a votar con Rajoy cuando éste no se siente concernido, por ejemplo, con los seis puntos para la regeneración que pactó con él? Veremos hasta donde llega el pulso de unos y otros porque la convocatoria de otras elecciones anticipadas es una posibilidad real.