Las acusaciones vertidas por José Manuel Villarejo contra el director del Centro Nacional de Inteligencia no pueden caer en saco roto ni quedar sin respuesta. Sin embargo, ya ha pasado un día completo desde que se produjeron y Félix Sanz Roldán ni se ha querellado ni las ha desmentido.
El comisario, jubilado recientemente, aseguró el domingo en un programa de máxima audiencia y ante millones de espectadores que existe una grabación en la que se escucha al general amenazar de muerte a Corinna zu Sayn-Wittgenstein y a su familia.
En Salvados, el espacio de Jordi Évole en La Sexta, Villarejo afirmó haber oído "un minuto y pico" de esa supuesta grabación en la que Sanz Roldán intimida a la amiga del rey emérito para que devuelva unos documentos: "O vuelves con el señor, o tienes que devolver no se qué documentos, no se qué historias, o de lo contrario no puedo garantizar ni tu seguridad ni la de tus hijos a partir de este momento".
Carga de profundidad contra el CNI
Se trata de la imputación de un delito que afecta al buen nombre de uno de los más altos funcionarios del Estado y una carga de profundidad contra la labor y credibilidad del CNI. Hay que tener en cuenta, además, que no fue una acusación aislada, pues Villarejo denunció el uso de agentes para operaciones con "fines políticos", que estarían avaladas por la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría.
Por más que Villarejo quedara retratado y atrapado en sus contradicciones -ya fuera por su vanidad o por la trampa que le tendió Évole al someter sus declaraciones al escrutinio simultáneo de dos periodistas- la acusación contra Sanz Roldán es muy concreta y ha tenido eco en prácticamente todos los medios españoles, por lo que no puede obviarse sin más. Se podrá decir lo que se quiera de Villarejo, pero ha tenido acceso a la princesa alemana y asegura que ha oído la grabación con las amenazas por si las requería un juez, dos circunstancias que darían verosimilitud a su relato.
Una explicación y una querella
Ni el Gobierno, ni el CNI ni Sanz Roldán pueden dejar en el aire la duda de que las amenazas a Corinna zu Sayn-Wittgenstein -"amiga entrañable" de Juan Carlos I existieron. Por lo tanto debería haber una explicación pública y la consiguiente presentación de una querella contra el excomisario. De lo contrario, crecerán las sospechas de que la grabación existe y de que Villarejo la tiene en su poder. Una situación que ni se puede permitir el jefe de los espías de un país ni puede consentir un gobierno democrático. Ni siquiera con el pretexto de no dar pábulo a quien en público se presenta como su enemigo.