La detención de Ángel María Villar y su hijo, el experto en derecho deportivo Gorka Villar, en el marco de una operación contra la corrupción vinculada a actividades de la Federación Española de Fútbol marca un punto de inflexión en la historia del deporte en España. El sempiterno presidente de la RFEF y su hijo aparecen en el centro de una trama para la obtención de jugosos beneficios económicos y profesionales a partir de la organización de partidos de la selección española. Se les acusa de administración desleal, apropiación indebida, corrupción entre particulares, falsedad documental y posible alzamiento de bienes.
A expensas de conocer el grado de implicación de ambos -han pasado la noche en prisión-, todo indica que el hijo de Villar ha utilizado sus empresas para lucrarse con los contratos y comisiones que obtenía como contraprestación por la celebración de amistosos de La Roja en Sudamérica, África y Asia. De ahí que el cruce de la agenda de compromisos internacionales de la Selección y las actividades empresariales de Gorka Villar en los países donde se disputaban los encuentros sea crucial para dirimir la responsabilidad de cada cual en este turbio asunto.
Terremoto en el deporte
Aun debiendo ser muy cautelosos, es lógico que la detención de un personaje como Villar haya generado un terremoto en el mundo del deporte, como prueba la repercusión que ha tenido la prensa extranjera.
Es imposible entender la evolución del fútbol en España sin la figura de Villar, un hombre al que siempre ha perseguido la sombra de la sospecha por sus enfrentamientos con gobiernos de distinto signo -a él se atribuye la caída hace ocho meses del exsecretario de Estado para el Deporte Miguel Cardenal-, las acusaciones de mala gestión y las denuncias por presuntas irregularidades en las votaciones en las que invariablemente era reelegido.
Es inevitable que en una gestión de tres décadas surjan polémicas y tensiones endogámicas: más razón para exigir que el hijo del César no sólo sea honrado sino que lo parezca. Con todo, el mandato de Villar ha sido el más exitoso de la historia de la Selección. Por ello no es extraño que el veterano periodista José María García mantenga su confianza en él sin menoscabo de “retirarle el saludo si es cierto un 10% de lo que se dice”.
Cercado por la Justicia
El villarato ha llegado a su fin. Más allá del desarrollo de la investigación, Villar tiene otras tres causas abiertas: casos Recre, Haití y Reglamento Electoral. Ahora hay que dejar que la Justicia haga su trabajo y que el escándalo no afecte al desarrollo normal de la próxima temporada de Liga, cuyo sorteo y calendario se ha tenido que aplazar.
En cualquier caso, si tenemos en cuenta que la caída de Villar se produce tras el procesamiento o imputación por fraude fiscal de estrellas como Messi, Neymar y Cristiano Ronaldo, queda claro que se acabaron los espacios de impunidad en el fútbol español.