La celebración del mitin de apertura de la campaña del 1-O este jueves en Tarragona revela el fracaso de la respuesta del Gobierno al desafío independentista. Se sabía desde hacía días que el acto comenzaría a las ocho de la tarde y que participarían el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y su vicepresidente, Junqueras.
Se trataba de un acto ilegal desde que el pasado día 7 el Tribunal Constitucional suspendió la ley del referéndum y acordó dirigirse a las autoridades para instarles a "abstenerse de iniciar, tramitar, informar o dictar, en el ámbito de sus respectivas competencias, acuerdo o actuación alguna que permita la preparación y/o la celebración del referéndum".
¿Dónde están las consecuencias?
Ante el desafío de los separatistas, el Ejecutivo se limitó a advertir a los responsables del mitin que ese tipo de actos "podrían ser constitutivos de delito". Lo hizo a través del delegado del Gobierno en Cataluña, Enric Millo: "Las personas responsables han sido notificadas. Lo que cabe esperar es que rectifiquen. Si no lo hacen, después tendrán que asumir las consecuencias".
Pero el problema para el Gobierno es que las "consecuencias" para quienes llevan tiempo saltándose la ley han sido hasta ahora nulas o mínimas. Una vez consentido el primer mitin de campaña del referéndum ilegal, ¿qué garantiza ahora que el resto de actos no se llevarán a cabo?
Intervenir la autonomía
Por otra parte, de nada sirve que la Fiscalía vaya tomando decisiones, como pedir a alcaldes y Mossos que retiren los carteles a favor del 1-O, si después se permiten actos multitudinarios como el de Tarragona. Resulta que la red de seguridad de Rajoy para garantizar la unidad de España y la Democracia sirve si acaso para lo minúsculo, pero se le escapa lo grande.
El paso dado por la Generalitat empuja a Rajoy a intervenir la autonomía catalana. Horas antes del mitin de Tarragona, Junqueras le dijo por carta al ministro Montoro que dejará de enviar los informes sobre los gastos de la Generalitat, en una nueva burla al Gobierno.
Las tragaderas de Rajoy pueden ser amplias, pero hay millones de españoles que no quieren seguir consintiendo esta mofa, que tuvo en el mitin de Tarragona otro episodio escandaloso: los intervinientes presumieron varias veces de estar celebrando un acto ilegal, y el propio Puigdemont saludó a los asistentes con un "buenas noches, querelladas y querellados". Hasta aquí hemos llegado, presidente. No debe consentir ni un escarnio más contra la legalidad.