La situación de bloqueo político creada por el desafío separatista, con el Parlament partido por la mitad y la comunicación entre el Gobierno y la Generalitat absolutamente rota, ha llevado a Ciudadanos y al PSOE, pero también a un sector de Esquerra Republicana, a pronunciarse a favor de que haya elecciones autonómicas cuanto antes. Esos comicios podrían ser convocados por Puigdemont e incluso por Rajoy, si al final el Gobierno decide intervenir la autonomía.
Es lógico que el partido de Oriol Junqueras tenga interés en ir a las urnas: la encuesta de intención de voto publicada esta misma semana por EL ESPAÑOL indica que ERC sería, de largo, la formación más votada, y el bloque independentista se quedaría a un solo escaño de la mayoría absoluta. Sin embargo, aun siendo cierto que el escenario sería distinto sin Puigdemont, no está claro que los comicios ayudasen a restablecer el diálogo ni a resolver la actual crisis institucional.
Dos vías contra el separatismo
Claro que tendrá que haber nuevas elecciones en Cataluña, pero antes habrá que privar a los separatistas de los instrumentos que les han permitido plantear un pulso al Estado y que les convierte en jugadores de ventaja. Es impensable, por ejemplo, celebrar unas elecciones con esta TV3 o con unos servicios del orden plegados al independentismo. ¿Qué campaña electoral podría hacerse en esas circunstancias?
Contra los golpistas, el Estado de derecho no sólo debe actuar vía judicial; también son necesarias medidas constitucionales de carácter extraordinario que permitan desmontar la trama. Y ello requiere un periodo de tiempo que hace inviables unos comicios inmediatos.
Las próximas elecciones catalanas tendrán que celebrarse con todas las garantías. Precipitarse a la hora de convocarlas sería incluso contraproducente, pues equivaldría a jugar un partido decisivo con las reglas y con el árbitro de los golpistas. Llegados al punto que hemos llegado, no caben soluciones en falso.