A 40 días de las elecciones catalanas, la alcaldesa de Barcelona ha decidido deshacerse de los cuatro concejales socialistas que tenía en el equipo de gobierno municipal. El mensaje no puede ser más claro: desea cambiar de socio ahora que ERC se perfila como la opción favorita para gobernar la Generalitat.
La postura de Ada Colau, justificada ridículamente por el apoyo del PSC a la aplicación en Cataluña del artículo 155 de la Constitución, despeja las dudas de hacia qué lado intentará En Comú Podem inclinar la balanza tras el 21-D. Colau prefiere a los independentistas, muy probablemente con la idea de cerrar un acuerdo de apoyo mutuo en la Generalitat y en el Ayuntamiento de Barcelona.
Independentismo y populismo
La operación es congruente con la trayectoria de Colau. La alcaldesa colaboró en la celebración del referéndum ilegal del 1-O, denunció agresiones sexuales de los agentes en esa jornada, sigue reconociendo como "legítimo" al Govern cesado de Puigdemont y el sábado estaba en la manifestación de Barcelona reclamando libertad para los "presos políticos". Dado que Colau habla como una independentista y se manifiesta del brazo de los independentistas, era cuestión de tiempo que pactara con ellos.
Su paso es coherente además con la propia esencia del populismo y de un partido que presume de revolucionario. La alcaldesa preferirá siempre como socio a quien le ayude a dinamitar las estructuras del Estado.
Lección para el PSC
La decisión de Colau es una bofetada a Iceta. El líder del PSC reaccionó este domingo acusándola de renunciar a "un gobierno de izquierdas" y "plegarse a las exigencias" del PDeCAT y ERC. Aunque es verdad que los socialistas han estado a la altura apoyando el 155, el error en el que podrían incurrir es considerar que lo que se dilucida en Cataluña es la hegemonía de la izquierda o la derecha. No, lo que está en juego es la propia supervivencia de España.
Pero dado que Colau es la socia de Pablo Iglesias en Cataluña, al quitarse la careta e inclinarse hacia Junqueras arrastra al fondo a Podemos, cuyo discurso condescendiente con el separatismo en Cataluña le ha supuesto hundirse en intención de voto en el resto de España. Hay amores (o alianzas) que matan.