El candidato del PSC a la Presidencia de la Generalitat de Cataluña, Miquel Iceta, ha convulsionado la campaña del 21-D antes de que comience. Si el miércoles los gobiernos socialistas de Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha criticaban su propuesta de condonar parte de los 52.000 millones de euros que debe Cataluña, este jueves se han opuesto sin matices a su idea de creación de urgencia de una Hacienda catalana. Tampoco el PP y Cs quieren, lógicamente, que Cataluña logre un régimen fiscal especial como los que disfrutan País Vasco y Navarra.
Aunque el líder del PSC ha intentado marcar diferencias con los conciertos, mediante la constitución de una “cúpula paritaria” entre el Gobierno y la Generalitat al frente del fisco catalán, ni la manera de dar a conocer esta propuesta ni el contexto en que se produce son los adecuados. El debate teórico todo lo aguanta, pero es increíble que en pleno desafío secesionista el candidato del PSC se postule a favor de la desmembración de la Hacienda Pública de manera unilateral y a través de un artículo en prensa.
Un estímulo al soberanismo
Plantear la desmembración de la Hacienda pública en la antesala de una campaña electoral parece más una declaración de intenciones o un compromiso ante los votantes que una mera reflexión personal en el diario El Mundo. El problema es que una propuesta como ésta, que no cuenta siquiera con el consenso de su partido, ni puede prosperar ni servirá para que el soberanismo desista de su propósito de romper España. Más bien al contrario, será un acicate para los indepedentistas, que una vez más comprueban que siempre hay alguien dispuesto a ceder a sus extorsiones.
La locura del procés debería servir al menos a los partidos constitucionalistas para desechar de una vez por todas la idea de que mediante tal o cual contrapartida los nacionalistas dejarán de desafiar al Estado. Fiel a esta vieja dinámica, y con la pretensión de lograr una candidatura “transversal”, Iceta ha dado cobijo en sus listas a ex convergentes, referentes de la UDC y ex comunistas. El problema es que con compañeros de viaje tan incompatibles y con ocurrencias extemporáneas corre el riesgo de no convencer a los ajenos, decepcionar a los propios y generar dudas en sus socios potenciales.
Ni Felipe ni 'ZP'
En este sentido, los fichajes de Iceta contrastan con el hecho extraordinario de que -siendo el 21-D las elecciones más trascendentales de la Democracia- los ex presidentes Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero no vayan a asistir a los actos de campaña del PSC. Está por ver si es porque no son bienvenidos o porque no se sienten representados, aunque cualquiera de las opciones es una pésima noticia para el electorado socialista.
No es de recibo que un partido constitucionalista haga suyos postulados de las formaciones que vulneran la Constitución y que abogan por la independencia, como una excepcionalidad fiscal. Otra cosa es que Iceta no sepa lo que se lleva entre manos y, con tal de llamar la atención, en lugar de bailar esté jugando a aprendiz de brujo.