Ha bastado un año del mandato de Donald Trump para ver confirmados, cuando no aumentados, algunos de los temores que presagiaba la llegada del nuevo inquilino de la Casa Blanca. Quienes confiaban en que la responsabilidad del cargo acabaría puliendo su estilo y su programa erraron el diagnóstico.
Trump se mueve en la Presidencia como elefante en cacharrería: haciendo ruido y tropezando aquí y allá a cada paso, unas veces con un tuit para defender a grupos de extrema derecha; otras, llamando "agujeros de mierda" a países sudamericanos y africanos por exportar inmigrantes; y cada dos por tres arremetiendo o censurando a los periodistas incómodos.
Los extranjeros y el 'Obamacare'
Su gestión no invita precisamente al optimismo, particularmente fuera de EE.UU. Una de sus primeras decisiones fue sacar al país del Acuerdo Climático de París. Luego están sus llamamientos a renegociar por las bravas los tratados de comercio, las limitaciones a la inmigración y las deportaciones de extranjeros indocumentados, así como provocaciones gratuitas que han elevado la tensión con Corea del Norte y en Oriente Medio.
En política interior no ha podido cumplir sus primeras promesas electorales. Ni ha derogado el Obamacare -la ampliación de la cobertura sanitaria que legó su antecesor- y ni tampoco ha logrado levantar el muro en la frontera con México. Sí ha aprobado en cambio una rebaja de impuestos que ha sido bien acogida por la mayoría de expertos, pues se confía en que reactivará el empleo.
La fractura de una sociedad
Quizás lo peor de este año de presidencia de Trump es la fractura de la sociedad estadounidense. Lejos de reconciliarse, las dos Américas que emergieron en las elecciones siguen enfrentadas a cara de perro. Trump no ha hecho nada por suturar esa herida. Las encuestas dicen que una mayoría de ciudadanos le desaprueba, pero hasta un 40% de quienes le votaron le siguen siendo igual de fieles que el primer día.
Con el paso del tiempo no se ve una mejora en la Casa Blanca. Al revés. Casi no hay semana que pase sin algún escándalo. El último, la publicación del libro de su excolaborador Michael Wolff, en el que se cuestiona incluso su salud mental de Trump. Y por si fuera poco, transcurridos 365 días, la mancha de la trama rusa amenaza el horizonte presidencial. La investigación del Departamento de Justicia le señala por los contactos de su entorno más próximo con el Kremlin. El impeachment no es algo que quepa descartar. Un año, pues, con muchísimas sombras y que promete muchas más.