El multitudinario homenaje tributado este domingo en Andoain a los etarras Iñaki Igerategi e Ignacio Otaño, dos terroristas involucrados en el asesinato de Joseba Pagazaurtundua en febrero de 2003, constituye una afrenta inadmisible para las víctimas la ETA que ni el Gobierno ni la Fiscalía deberían haber permitido. También supone una cruel burla para la familia Pagaza, que ha tenido que soportar que quienes pusieron en la diana a Joseba sean recibidos como héroes por más de 300 personas -muchas de ellas menores- en la localidad donde fue acribillado.
La bienvenida que el entorno proetarra ha brindado a Igerategi y Otaño, tras cumplir seis años de cárcel por colaborar en el crimen, se produce sólo diez días después del 15 aniversario de aquel horrible atentado. En este sentido, el aquelarre proetarra de Andoain entraña un mensaje político inequívoco.
Etarras jaleados como héroes
El final de los atentados terroristas no ha ido acompañado ni de la disolución de la banda ni de un arrepentimiento expreso por las atrocidades que cometieron sus pistoleros. Muy al contrario, los terroristas excarcelados son habitualmente recibidos con honores cuando salen de las cárceles, mientras que los familiares de los asesinados, los mutilados, los extorsionados y los amenazados luchan por mantener viva la memoria de quienes sufrieron el martirio de ETA. El año pasado se produjeron 77 actos como el de Andoain -constatados por COVITE- y en lo que llevamos de 2018 cinco terroristas han sido aplaudidos y jaleados tras salir de prisión.
Los homenajes a las terroristas conllevan indefectiblemente la humillación de sus víctimas, por lo que es incomprensible que ni la Delegación del Gobierno, ni los jueces, ni el Ministerio Público hayan hecho nada por impedir la bienvenida a estos dos etarras en Andoain. Más aún cuando era evidente que la alcaldesa, Ana Karrere, de EH Bildu, no iba a mover un dedo para que no se celebrara pese a que así lo había pedido la hermana del asesinado, la eurodiputada Maite Pagaza.
Enaltecimiento del terrorismo
Todos estos actos de exaltación y aplauso de los presos excarcelados deben ser prohibidos y perseguidos como constitutivos del delito de enaltecimiento del terrorismo, según lo estipulado en el artículo 578 del Código Penal. No tiene sentido que por contar un chiste sobre un atentado se abran causas en la Audiencia Nacional y que este tipo de homenajes con paseíllo triunfal y aurresku incluidos a los criminales se normalicen sin consecuencias.
Sólo seis miembros del PP del País Vasco, con Borja Sémper a la cabeza, han protestado contra el homenaje a los etarras Igerategi y Otaño. Su soledad este domingo en Andoain debería avergonzar al conjunto de la clase política empezando por su propio partido.