La insistencia del independentismo en proponer la investidura de un candidato inelegible como Jordi Sánchez demuestra su intención de seguir explotando el victimismo y la confrontación con el Estado. La realidad es que ya se han rebasado de largo los 100 días desde las elecciones catalanas y los separatistas siguen sin bajar del monte.
Que estamos ante un mero ejercicio de propaganda lo demuestra el hecho de que Sánchez, a punto de cumplir seis meses en prisión, ni siquiera cuenta con los votos necesarios para ser investido, ya que la CUP se niega a votar otro candidato que no sea Puigdemont.
Desgastar al Supremo
Envalentonado por la resolución del tribunal alemán que niega la entrega del ex president, Roger Torrent no sólo ha convocado el pleno de investidura de Sánchez para el próximo viernes, sino que ha enviado un escrito al Tribunal Supremo con la tesis extravagante y falsa de que la ONU exige a España que respete los derechos políticos del ex líder de la ANC.
Está claro que el nacionalismo catalán pretende presionar al juez Llarena para que deje salir de prisión a Sánchez y pueda acudir al Parlament. Considera que la credibilidad del magistrado ha quedado deteriorada tras la excarcelación de Puigdemont y busca aumentar su desgaste y el de la Justicia española.
Los CDR y las huelgas
Mientras los políticos separatistas siguen jugando a alargar el 155, los autodenominados Comités de Defensa de la República agitan la calle. Hoy publicamos que al margen de sus acciones violentas intentan condicionar la vida de los ciudadanos utilizando como tapadera sindicatos anarquistas para convocar huelgas y movilizaciones.
La resolución del tribunal de Schleswig-Holstein le ha servido una nueva coartada a los independentistas para seguir echado al monte, aunque haya que buscarlo en Alemania. El Estado debe ser inteligente y fuerte para hacerlos bajar. Sin concesiones.