El triunfo del PP en las elecciones autonómicas de 1995 en Madrid y la Comunidad Valenciana fue el preludio de la victoria de Aznar un año después y el inicio del ciclo dorado de este partido en toda España. Durante más de dos décadas Madrid ha sido un sólido feudo del PP, pero las encuestas indican que se desmorona, como ya ocurrió con Valencia, y por razones similares.
Los cuatro presidentes que ha tenido la Comunidad de Madrid han acabado en el oprobio o en entredicho. Ruiz-Gallardón acaba de ser imputado, Esperanza Aguirre tuvo que irse a su casa por los escándalos protagonizados por sus colaboradores más próximos, Ignacio González entró en la cárcel y está procesado a la espera de juicio, y Cristina Cifuentes ha quedado destruida por el escándalo del máster y de las cremas.
Adiós a la hegemonía
Los sondeos vienen vaticinando el descalabro de los populares en Madrid, en una caída continua, acrecentada desde el estallido del caso Lezo, en el que se investigan gravísimas irregularidades cometidas en el Canal de Isabell II. Pero el escándalo y la dimisión de Cifuentes parecen haberles dado la puntilla.
Los datos de la encuesta de SocioMétrica que hoy publica EL ESPAÑOL resultan ciertamente alarmantes para el partido de Rajoy. El PP no sólo deja de ser hegemónico -ya se queda muy por detrás de Ciudadanos, con 15 escaños menos-, sino que el PSOE le disputa la segunda plaza. Si las elecciones autonómicas fueran hoy, socialistas y populares empatarían en número de diputados, aunque los de Rajoy quedarían una décima por detrás: 20,7% por 20,6%.
La baza de Santamaría
En tales circunstancias, al PP sólo le queda jugar la baza de Soraya Sáenz de Santamaría, la única candidata con la popularidad suficiente como para tratar de dar un vuelco a la situación. Pero esa operación entraña para ella el riesgo de que tendría que abandonar el Gobierno un año antes del fin de la legislatura, y nadie le garantiza a la todopoderosa vicepresidenta que no acabaría arrinconada políticamente como jefa de la oposición en la Asamblea de Madrid.
Rajoy se juega mucho en Madrid, pero tampoco hay que descartar que intente utilizar de nuevo las elecciones del año que viene como una vacuna para su posterior candidatura, es decir, que sean sus barones quienes paguen los platos rotos de la mala gestión de su Gobierno. Ya lo hizo en 2015, y entonces el PP perdió Valencia y la mayoría absoluta en Madrid. Eso le permitiría ganar tiempo a la espera de algún acontecimiento inesperado que le permita salvar el trance de 2020.