La reunión mantenida el lunes en Moncloa entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el president de la Generalitat, Quim Torra, ha servido para que el líder separatista exhiba una batería de maximalismos e imposibles que sin embargo sólo han cristalizado, por el momento, en la recuperación de la comisión bilateral entre el Estado central y la Generalitat. Los dos tenían interés en la cita, para ganar tiempo y para no aparecer como causantes del bloqueo institucional.
Hay que decir, en honor a la verdad, que Sánchez no ha cedido ni un milímetro en lo sustancial, pero no es menos cierto que el encuentro ha blanqueado y ha dado carta de normalidad a una situación que no es tal. De eso se quejaba Inés Arrimadas: se ha recibido a Torra "como si no hubiera pasado nada". Por eso precisamente hemos defendido desde EL ESPAÑOL que la reunión no debería haberse producido sin que antes las autoridades catalanas hubiesen hecho gestos de distensión y acatamiento de la legalidad.
Un lazo insultante
Lejos de ello, Torra ha comparecido en la Moncloa con el lazo amarillo, un símbolo insultante para millones de ciudadanos con el que denuncia que España prohíbe libertades y no respeta derechos civiles. Es una falsedad y Sánchez lo ha consentido en un edificio que es símbolo de nuestra Democracia.
Además, mientras el dirigente catalán ha acudido a la cita con toda una lista de reivindicaciones, no ha trascendido, al menos, que el presidente del Gobierno le haya planteado las suyas, cuando las había de calado; a saber: el cumplimiento de las sentencias de los tribunales sobre la presencia del español en la Educación, la retirada de símbolos no constitucionales de lugares públicos, el fin del adoctrinamiento en los colegios o el respeto al Jefe del Estado. Los catalanes no nacionalistas tienen motivos para la indignación.
La figura del Rey
Por otra parte, en lo tocante al Monarca, las valoraciones hechas por Moncloa y la Generalitat se contradicen. Mientras la vicepresidenta Carmen Calvo dio a entender que Felipe VI participará con normalidad en los actos de homenaje a las víctimas de los atentados islamistas de Barcelona y Cambrils, Torra aseguró que en ningún caso se le invitará ni el Govern acudirá a actos que convoque la Casa del Rey.
Sánchez ha resucitado la fracasada operación diálogo que ensayó Sáenz de Santamaría con Oriol Junqueras. No sólo no dio resultado entonces, sino que después han ocurrido muchas cosas y muy graves. Hay quien prefiere ser optimista y considerar que la reunión Sánchez-Torra abre una puerta al entendimiento, pero los precedentes están ahí: durante años, PSOE y PP han querido ver la solución en un apaciguamiento que sólo ha agrandado el problema.