El presidente de la Generalitat manifestó este martes que Felipe VI "ya no es el rey de los catalanes", instó al monarca a "pedir perdón" y consideró que su presencia en los actos en recuerdo de las víctimas de los atentados yihadistas del pasado año es de "una importancia muy relativa". El nuevo desprecio de Torra al Jefe del Estado se produjo precisamente en la víspera de la reunión que este miércoles mantendrán Gobierno y Generalitat en Barcelona: la llamada "comisión bilateral".
Que se mantenga la reunión da una idea de hasta qué punto el presidente Sánchez transige con el separatismo. En esto muestra una posición muy similar a la de Rajoy: la de mantenerse impávido ante los ataques y sólo actuar cuando los líderes del procés incurran en la ilegalidad. Un dontancredismo que, a tenor de los hechos, parece condenado a perpetuarse.
Cogida la medida
Si la política son gestos, las provocaciones de Torra están claras y no tienen otro objetivo que buscar la confrontación y reavivarla a su interés. Los nacionalistas le tienen cogida la medida a un Gobierno que cada día que pasa tiene más difícil justificar ante el conjunto de los españoles su condescendencia.
Primero fue la entrada de Torra en Moncloa con el lazo amarillo, después la visita de la ministra Batet a un Palau de la Generalitat con la pancarta de los "presos políticos", ahora el desprecio a Felipe VI. El Ejecutivo vuelve a poner la mejilla mientras va debilitándose en su peligroso afán de buscar un diálogo imposible con el separatismo.
Pasar por el aro
Torra ha traspasado todos los límites y es tarea del Gobierno salvaguardar la dignidad de la figura del Jefe del Estado. Por tanto, debería cancelar el encuentro de este miércoles. Lo contrario equivaldría a pasar por el aro y confirmarle al independentismo que todo le sale gratis.
Los acontecimientos muestran que, cada jornada que pasa, Sánchez pierde un día para convocar elecciones. Se le está atragantando Cataluña igual que le sucedió a su antecesor. Y eso los españoles no se lo van a perdonar.