Podría escribirse una antología con las críticas que Sánchez ha dedicado estos años a la canciller alemana por la política que ha impuesto en Europa, e incluir en ella sus reproches a Rajoy por hacer seguidismo. Pero desde su llegada a la Moncloa, el líder socialista ha revisado algunas de sus posiciones.
Este fin de semana, Sánchez recibe a Merkel en Doñana con el gran asunto de la inmigración sobre la mesa. La visita de la canciller es su forma de agradecer al presidente español su decisión de acoger desde este mismo sábado a aquellos refugiados que han llegado a Alemania entrando en Europa por España.
Política de verdad
Está por ver el número de asilados que desandan el camino. Borrell los cifró en pocas decenas. Pero ahora lo importante era el gesto: el acuerdo ha servido a la canciller para apaciguar a los conservadores bávaros, sus socios de Gobierno, que amenazaban con dejarla en minoría si no ponía coto a la inmigración.
Sánchez ha ayudado a Merkel a superar sus problemas internos. Y ha hecho bien, porque lo peor que podría ocurrirle a una UE en apuros es que se abriera ahora una crisis de Gobierno en Berlín. Así es como funciona la política de verdad.
La agenda
De la dificultad del problema de la inmigración hemos tenido una prueba esta misma semana: las comunidades autónomas se reunieron para intentar acordar un reparto solidario de los menores inmigrantes que llegan a las costas andaluzas. Tras horas de debate no hubo pacto.
La inmigración va a marcar la agenda política en España y en Europa en los próximos años. Y Sánchez empieza a aprender algunas lecciones. Tras los primeros mensajes buenistas y cargados de ideología, el presidente ha dado marcha atrás. Hoy continúa su baño de realidad con Merkel.