La figura del mediador para el diálogo con el separatismo ha puesto a los barones socialistas en pie de guerra. Hasta el punto de que han solicitado una reunión del Consejo Territorial del PSOE, que el secretario general les ha negado.
En cambio, Pedro Sánchez sigue empeñado en mantener la interlocución con Quim Torra aun a costa de traicionar consensos mínimos de la Transición y de poner en almoneda la propia dignidad del Estado, como le han recordado hasta Felipe González y Alfonso Guerra.
Disparate
Ni así, ERC y el PDeCAT, que este jueves ha anunciado que también presentará una enmienda a la totalidad de los Presupuestos, parecen darse por satisfechos. Sánchez busca con ahínco agradar al separatismo mientras éste le redobla la presión.
La gestión del asunto del relator ha sido un disparate desde el principio. Si el miércoles la vicepresidenta Calvo fue incapaz de dar una mínima explicación convincente, este jueves hemos conocido que el Ejecutivo ha propuesto como relator a Miquel Roca sin haber pedido siquiera su consentimiento. Es más, tal y como publica EL ESPAÑOL, Roca, padre de la Constitución, no habría aceptado nunca ese encargo.
Naufragio
Es significativo que Sánchez insista en el diálogo con el separatismo al mismo tiempo que se lo niega a destacados dirigentes socialistas, disconformes con el estrés al que el secretario general está sometiendo al PSOE.
La constatación de que el presidente del Gobierno sólo está dispuesto al diálogo fuera de su partido -ahora sabemos que también se ha reunido en secreto con Pablo Iglesias- revela que quien precisa de un relator es el PSOE.