Cuando la semana pasada el líder del PP, Pablo Casado, planteaba a Vox que no se presentase en las provincias pequeñas no hacía una proclama electoralista, sino que corroboraba una realidad. Y es que como cuenta hoy EL ESPAÑOL, la fragmentación del voto del centro y la derecha, no sólo es contraproducente pese a la notable movilización de sus electores, sino que da oxígeno a Sánchez, que sí que suma para repetir Gobierno de la mano de Podemos y de los separatistas.
Como muestra el sondeo que publicamos -y por la razón del efecto de la Ley D'Hont en las provincias pequeñas-, la suma de PSOE, Podemos y el nacionalismo obtendría en torno a 184 diputados en el Congreso, superando holgadamente los 176 escaños que garantiza la mayoría absoluta. Mientras, la suma de PP, Cs y Vox sólo alcanzaría los 167 diputados, lejísimos de poder expulsar a Pedro Sánchez de la Moncloa.
Coherencia
Bien es cierto que ya es imposible que el centro y la derecha presenten una coalición electoral conjunta, dado que el plazo para esta opción expiró el pasado viernes. Sin embargo, sí hay una alternativa que pasa por que PP y Vox acuerden presentar candidatos conjuntos bajo una u otra marca o negociando el reparto de escaños en el Congreso y el Senado. No es casual que este escenario sea ampliamente respaldado por la mayoría de los electores de Abascal y por la mitad de los votantes del PP, como también prueba nuestro sondeo.
Así las cosas, si el centro y la derecha son coherentes con el objetivo de sacar a Sánchez del Ejecutivo, no hay más solución que la de que PP y Vox sumen sus votos en las provincias pequeñas, 40 según nuestro estudio. En nada se alteraría el ideario de cada partido, cuando además están centrando en estas provincias parte de su discurso de defensa del mundo rural.
Sentido de Estado
Y más aún cuando en las grandes circunscripciones, los efectos de la normativa electoral no afectan a la proporcionalidad, lo que permite que en los principales núcleos urbanos, donde el mensaje político más se expande, PP y Vox marquen sus diferencias programáticas.
Que Santiago Abascal se vanaglorie de la independencia de su partido y rechace esta oferta lanzada por Pablo Casado, unido al hecho de que la derecha sea incapaz de articular cualquier alianza por mera responsabilidad de Estado, nos aboca, probablemente, a cuatro años más de Sánchez. Ni los votantes de Vox lo entenderían.