Los decretos aprobados en las últimas semanas por el Gobierno de Sánchez con distintas medidas sociales serán convalidados este miércoles, salvo sorpresa de última hora, gracias al voto de Bildu.
El reparto de escaños en la Diputación Permanente -el órgano que sustituye a la Cámara cuando se ha agotado el periodo de sesiones- hace que la posición de los proetarras sea determinante. Y ya han anunciado, por boca de Otegi, que estarán del lado de Sánchez, porque así "frenan a la derecha y al bloque reaccionario".
El 28-A
Sin ese voto de Bildu habría empate en la votación. PP, Ciudadanos y UPN suman 32, y la mayoría que permitió que prosperara la moción de censura a Rajoy y llevó a Sánchez a la Moncloa, otros 32: los de PSOE, Unidos Podemos, ERC, PNV, PDeCAT y Compromís. Bildu pondrá el 33.
Que Sánchez se vea en la tesitura de tener que aprobar sus medidas estrella y electoralistas de la mano de Otegi resume perfectamente el disparate de las alianzas tejidas por el PSOE y, lo que es peor, avisa de lo que podría pasar tras el 28-A.
El brindis
Episodios como el brindis entre la secretaria general de los socialistas vascos, Idoia Mendía, y el líder de Bildu -que llevó a que el hijo Fernando Múgica, el histórico dirigente del PSE asesinado por ETA, abandonara el partido-, la reunión de Zapatero con el propio Otegi en plena negociación de los Presupuestos, y la política de acercamiento de presos de ETA al País Vasco, en la que se ha implicado personalmente el ministro Grande-Marlaska, resultan hoy más obscenos que nunca.
Ni Bildu, ni ERC, ni el PDeCAT deberían ser nunca aliados de un Gobierno de España porque su principal propósito es, precisamente, destruir España y su régimen de libertades. De ahí la trascendencia de lo que está en juego el 28-A. Los electores deben tomar nota.