Podemos está dispuesto a convertir la recta final de la campaña electoral en un plebiscito sobre los ricos, como paso previo a justificar su propuesta de "justicia fiscal". Pablo Iglesias está convencido de que ahí tiene un buen anzuelo con el que pescar en el río revuelto de una crisis cuyos efectos aún padecen muchos españoles.

Para que se visualice esa guerra contra el rico y a favor de más impuestos, Podemos ha elegido la figura de Amancio Ortega, la primera fortuna del país. Este domingo han salido en tromba contra el empresario gallego desde el propio Iglesias a Pablo Echenique, la candidata a la Comunidad de Madrid, Isa Serra, o el secretario de Comunicación del partido, Juanma del Olmo, entre otros.

Demagogia

¿Cuál es el delito de Amancio Ortega? Haber donado a la Sanidad pública cerca de 400 millones de euros para equipos de última tecnología con los que combatir el cáncer. Sólo desde la más absoluta demagogia e irresponsabilidad se puede convertir un acto de filantropía de ese calibre en un inconveniente.

En Podemos tachan las donaciones de Amancio Ortega de "caridad" y "limosna", y las atribuyen a un intento de "blanquear ciertas prácticas empresariales" y "lavar su imagen", como si tuviera algo de que avergonzarse alguien que, partiendo desde la nada, ha protagonizado una carrera empresarial deslumbrante que se estudia en escuelas de negocios de todo el mundo.

Socio de Sánchez

Tiene bemoles que en Podemos digan que Ortega no puede decidir dónde va el dinero de la Sanidad -él nunca ha pretendido tal cosa- así como que es básico "garantizar que los derechos son igual para todos", cuando precisamente la política territorial que defiende el partido de Iglesias no hace sino ahondar en las desigualdades entre autonomías en muchos ámbitos, y de forma dramática en el sanitario.

Lo que puede ocurrir con campañas como ésta de Podemos es que Amancio Ortega y otras personas que dedican parte de su fortuna a ayudar a otros, dejen de hacerlo. Que pregunte Pablo Iglesias a las personas que han sido disgnosticadas o tratadas gracias a esas donaciones a ver qué piensan de sus objeciones.

El problema para España y para los españoles es que Iglesias se postula como socio preferente de Pedro Sánchez, e incluso como posible miembro de su gobierno. Da miedo pensar que las políticas del próximo Ejecutivo puedan estar condicionadas por quien, en su obsesión por aumentar la presión fiscal a troche y moche, no sabe distinguir entre alguien que crea riqueza y un parásito.