Las declaraciones de Carmen Calvo de este fin de semana en las que atribuye a las mujeres socialistas el mérito exclusivo de todas las conquistas del feminismo han desatado una gran polvareda. Y no sólo por el tono empleado -"el feminismo no es de todas, bonita, se lo han currado los socialistas"-, sino por el descaro con el que la vicepresidenta tergiversa la Historia.
En su intervención arremetía contra las mujeres que denomina "llaneras solitarias", o, en román paladino, todas aquellas mujeres que han triunfado sin hacer gala del feminismo que ella propala. Que Calvo, catedrática, omita que parte del PSOE en 1931 se opuso al sufragio femenino con el argumento -defendido por Victoria Kent- de que la mujer aún no estaba liberada y apoyaría a las derechas, no parece un despiste casual.
Olvido
También olvida la vicepresidenta el papel que durante la Transición tuvieron las llamadas "constituyentes", las 27 mujeres de diferente signo que accedieron al Parlamento tras la dictadura y sobre las que hay un conocido documental en el que participa la propia Carmen Calvo.
EL ESPAÑOL publica hoy un extenso reportaje en el que queda claro que el feminismo no es sólo una conquista del socialismo, y lo hace a la luz de la obra de cinco autoras tan dispares como Camille Paglia, Germaine Greer, Silvia Federici, María Blanco o Virgine Despentes.
Oportunismo
Hay una máxima que acuñó la propia Calvo cuando era ministra de Cultura en 2004 según la cual "el dinero público no es de nadie". Convendría recordarle, pues, que el feminismo sí que no es de nadie, sino de todos los que, desde diversas posiciones ideológicas, han defendido la igualdad entre hombres y mujeres. Bien es verdad que, como también contamos hoy, el contexto político y los ejes sociales no son los mismos que los imperantes en los años 30 del siglo pasado.
En cualquier caso, la izquierda debe dejar esa insana costumbre de intentar patrimonializar cualquier conquista o avance que es mérito, en puridad, de la sociedad en su conjunto: desde los derechos del colectivo LGTBI al feminismo, pasando por el ecologismo o la educación en valores. Es un ejercicio que denota oportunismo.