La apropiación de las fiestas de Formentera por parte del independentismo radical es el último testimonio de un problema cada día más patente en Baleares: el avance del separatismo. En el pregón de unos festejos que deberían ser integradores y dirigidos a todos los ciudadanos, se amenazó al presidente del Supremo, se reivindicó la independencia y se exigió la libertad de los líderes del golpe en Cataluña.
No estamos ante unos hechos anecdóticos o aislados. Por ejemplo, para el próximo 12 de Octubre, día de la Fiesta Nacional, ya hay organizado un concierto en Felanitx contra la "fascista" España que tendrá al prófugo Valtònyc como estrella. Lo disparatado del caso es que ese festival cuenta con el apoyo de la Administración: el Gobierno balear lo subvenciona con 12.000 euros.
Convivencia
La escalada del independentismo en Baleares empieza a parecerse peligrosamente al fenómeno que ha llevado a Cataluña a su situación actual. A este paso, es cuestión de tiempo que la convivencia se resienta también entre los ciudadanos de las islas.
La política lingüística, tanto en la Administración como en los colegios, donde el 85% de los centros públicos tienen implantada la inmersión en catalán, ha creado ya protestas y fricciones. Y vienen denunciándose desde hace tiempo casos de adoctrinamiento en as aulas.
Separatistas
Lo sorprendente es que en Baleares, a diferencia de en Cataluña, no gobiernan los separatistas. Lo hace desde 2015 la socialista Francina Armengol, que eligió como socios en el Govern a los separatistas de Més, y que desarrolla una política de marcado carácter nacionalista. Eso, en una comunidad volcada al exterior, cuya principal riqueza es el turismo.
Pedro Sánchez, que acudió este miércoles a Mallorca y fue recibido por Felipe VI, no debería de cerrar los ojos a la realidad, por más que Armengol sea una compañera de partido. Se están dando pasos en Baleares en la misma dirección de los que se han dado estos años en Cataluña, con el desastroso resultado por todos conocido.