La conformación del Consejo de Ministros que Pedro Sánchez trasladará al Rey el próximo domingo ha abierto la primera brecha en el Gobierno de Coalición. Si en Ferraz había descontento después de que Podemos deslizara los nombres de sus ministros, los socialistas han contraatacado con el anuncio de cuatro vicepresidencias sin previa comunicación a Iglesias. Y todo ello después de que el PSOE y Podemos firmaran el día anterior un "protocolo de coordinación" para evitar choques.
La jugada de Sánchez está clara. Con las cuatro vicepresidencias en manos de Teresa Ribera -Transición Ecológica y Reto Demográfico-, María Jesús Montero -Hacienda y portavocía-, Nadia Calviño -Economía- y Carmen Calvo -Memoria Histórica, Laicidad, Presidencia y Relaciones con las Cortes-, el PSOE neutraliza no sólo el papel de Pablo Iglesias como vicepresidente: también se garantiza que cada ministerio en manos de los populistas tenga su contrapeso en el Ejecutivo.
Tranquilidad
Además, dando mayor relevancia a perfiles como los de Nadia Calviño o el de Teresa Ribera, Sánchez manda un mensaje de tranquilidad al Ibex y a Europa, que exige ortodoxia en materia económica. Con todo, es seguro que habrá hachazo fiscal.
Es verdad, también, que esta apuesta por la moderación del líder socialista tiene una contrapartida: con cuatro vicepresidentes y veinte ministros, se configura el Gobierno más numeroso y caro de la historia de la Democracia.
Duplicidades
De entrada, y al margen de las duplicidades que vaticinan no pocos roces entre Podemos y el PSOE, el presupuesto sólo para gastos de personal del nuevo Gobierno se incrementará en dos millones de euros.
Este overbooking ministerial viene a confirmar el temor de que el Consejo de Ministros estará conformado por dos gobiernos paralelos, dos gobiernos que desconfían entre sí y cuya coexistencia corre a cargo del contribuyente.